Columnas

Surgimiento de las Organizaciones Civiles en México

 

Cuando hablamos de Organizaciones Civiles, Asociaciones no Lucrativas,  Sector Sin Fines de Lucro, Tercer Sector, nos referimos al trabajo desinteresado y de proximidad que realizan cientos de ciudadanos en beneficio de los sectores en situación de vulnerabilidad. Pero ¿Cuándo y dónde surgen estas organizaciones?, si bien el tema tomó más auge desde el año 1985; los inicios de las Asociaciones sin Fines de Lucro datan desde la colonia. En el presente escrito deseamos hacer un pequeño recuento sobre el surgimiento de las Organizaciones.

Una peculiaridad que las distingue respecto de los otros sectores —Estado y mercado—, es que las organizaciones empeñadas en erogar servicios a la comunidad satisfacen necesidades asociadas con valores de uso no monetario, y en general se trata de bienes relacionales intangibles (Caselli, 1998; Donatti, 1996; Fiorentini, 1997).

Rubén Aguilar Valenzuela en su tesis: “Las organizaciones de la sociedad civil en México: su evolución y principales retos.” Resalta el surgimiento de las organizaciones sociales en México y encontramos que:

Durante los 300 años de la vida colonial, la constitución de la mayoría de las “organizaciones sin fines de lucro que trabajan en favor de terceros” corrió a cargo de la Iglesia Católica. Ésta contaba con fondos suficientes, sobre todo por el acceso a la propiedad de la tierra, “[…] con cuyos rendimientos financiaba escuelas, hospitales y obras sociales para atender las necesidades de pobreza, salud y educación de la población indígena.”

Dentro de la acción de la Iglesia son básicas “las fundaciones de los misioneros franciscanos, dominicos, agustinos y jesuitas y de instituciones tan características como los ‘hospitales’ de Don Vasco de Quiroga en Michoacán en 1537.”

Sin negar el papel determinante de la Iglesia, es necesario hacer notar la importancia de la participación de personas en lo individual –filántropos– o grupos de personas, y también gremios y cofradías que cumplieron un importante papel de apoyo solidario, creando instituciones al servicio de terceros, sin fines de lucro.

El primer caso es el del propio Hernán Cortés, con la fundación del Hospital de Jesús que está todavía en operación, y en cuya iglesia reposan sus restos. Como señala Sergio García, se encuentra también “la fundación del Hospital de Convalecientes y Desamparados hecho por el laico Bernardino Álvarez, en 1537 […], la fundación del antecedente del actual Hospital de la Mujer, hecha en 1582 por el doctor Pedro López, y especialmente la fundación, en 1732, del Colegio de las Vizcaínas hecha por un conjunto de laicos vascos […]. A estas instituciones hay que añadir el Monte Pío de Ánimas –hoy Nacional Monte de Piedad–, establecido por don Pedro Romero de Terreros en 1775.

La gran mayoría de las herencias donadas durante la Colonia fueron entregadas a la Iglesia, aunque se dio el caso de que otras se otorgaran para la constitución de obras de asistencia que no dependían directamente de la Iglesia.

Un cambio drástico llegó con la promulgación de las Leyes de Reforma, que ubicó de manera distinta el papel del gobierno. El poder de la Iglesia católica se vio acotado, abriendo a las iglesias protestantes un espacio que nunca antes habían disfrutado.

La nueva presencia del gobierno en el área de la asistencia social comienza en 1861, cuando el gobierno liberal nacionalizó los bienes de la Iglesia y adquirió con ellos la responsabilidad sobre la atención de las necesidades sociales.

Con el gobierno de Benito Juárez se funda la Lotería Nacional tal como la conocemos en nuestros días.

Durante el Profiriato se dio un fuerte impulso a las beneficencias pública y privada; de especial importancia fue la fundación de la Junta de Asistencia Privada que funciona hasta la actualidad.

Así, durante la última década del siglo XIX aparecieron en México diversas instituciones asistenciales al cobijo de grandes empresarios y familias de abolengo de la sociedad mexicana, tales como Béistegui, Romero de Terreros, Luz Saviñón, Mier y Pesado, quienes establecieron distintas organizaciones asistenciales.

Es también en este periodo del Gobierno de Porfirio Díaz, cuando se autoriza a las Organizaciones civiles sin fines de lucro a recibir donativos de empresas, particulares y gobierno; y se les autoriza a expedir recibos deducibles de impuestos, lo anterior con el propósito de impulsar la gran labor que realizan en beneficio de terceros.

En la época de la revolución en 1911 se forma en el Distrito Federal la Cruz Blanca, Francisco I. Madero, ya como presidente, la declara “institución nacional”, sus funciones consisten en: atender a los revolucionarios heridos, recabar fondos de ayuda para combatir las enfermedades, formar cajas de ahorro y cooperativas, fundar escuelas, asilos y orfanatos.

El número de instituciones de asistencia social aumenta cerca del 400% durante el transcurso de cuatro décadas: en 1904, 16; en 1921, 33; y en 1937, 54.

El surgimiento de las organizaciones de la sociedad civil (OSC) empieza a ser un fenómeno relevante a principios de los años setenta. Ante esta nueva realidad, el gobierno reacciona de manera negativa. En el marco de una visión corporativa, asume la posición de que cualquier instancia organizada de la sociedad que no esté bajo su control ni responda a sus intereses, constituye una amenaza potencial. El gobierno mantiene, entonces, una actitud pasiva y de desconocimiento del nuevo fenómeno o incluso rechaza de muy diversas maneras el trabajo que realizan estas organizaciones.

Es después del sismo de 1985 cuando la ciudadanía se reorganiza, muestra su poderío y se reconstruye en gran parte el territorio que había sufrido grandes pérdidas con el terremoto, es entonces cuando el gobierno acepta como aliados a las organizaciones, a las organizaciones no gubernamentales y se replantea una nueva manera de trabajar, en los años 90 se impulsa la Ley Federal de Organizaciones de la Sociedad Civil, se crean más organismos de apoyo tanto profesional como monetario para las organizaciones y fundaciones, y se impulsa el trabajo de campo que durante muchos años han realizado las Asociaciones No Lucrativas.

El trabajo que miles de ciudadanos realizamos desde los lugares más marginados de nuestro querido México es sin duda de un gran valor incalculable, desde mi puesto como coordinadora de proyectos de la Agrupación Femenil Manos Amigas A.C. hemos tenido el privilegio de participar activamente en la implementación de proyectos de intervención social, donde cada una de las integrantes entregamos nuestro corazón para aligerar aunque sea en cierta medida las necesidades de la población que se encuentra en situación de vulnerabilidad; por este medio estaremos escribiendo parte de nuestra historia, así como algunas de las características de las organizaciones civiles.

Carmen Hernández Trillo

Coordinadora de proyectos de la Agrupación Femenil Manos Amigas. A.C.

karmen_10_8@hotmail.com