Columnas

¿Creará nuevo gobierno una verdadera reforma educativa?

Por: José Luis Domínguez Castillo

Una deuda con el pueblo de México es la creación de una reforma educativa, la que desde hace varias décadas nos viene haciendo falta. ¿Desde cuándo? Desde que se perdieron los principales valores, a partir de allí, nuestro país se fue al desfiladero, y no tenemos para cuándo frenar esa marcha incontrolable.

¿Lo hará el nuevo gobierno con Andrés Manuel López Obrador, como virtual presidente de México? Porque la reformita educativa que hizo el todavía jefe de la Nación, Enrique Peña Nieto, no representó ningún nuevo perfil de la educación, el nuevo diseño que necesitamos con urgencia los mexicanos.

En la historia se registran tres grandes reformas educativas, que sirvieron para dar orientación al desarrollo del país. La primera fue la de José Vasconcelos, quien siendo secretario de la SEP con Álvaro Obregón, supo estudiar a fondo la psicología de los mexicanos para trazar la reforma que requería la educación. ¿Hará lo conducente su hijo Héctor Vasconcelos, aunque haya sido invitado por López Obrador a la Secretaría de Relaciones Exteriores?

La segunda, acababa de concluir el movimiento social de 1910, y había que cambiar las armas por los libros y en tal concepto, se buscó que el pensamiento y el sentimiento del alumno se orientara en forma humanista. De esta forma, se intentaba borrar de la psique de las nuevas generaciones, el carácter violento y agresivo, rencoroso que se incubó en la revolución, al buscarse una vida más justa.

El buen ciudadano fue la imagen que se dibujaba en los programas de estudio, el ciudadano respetuoso de las leyes y de la vida de los demás. Esa sí era una auténtica reforma, propósito que fue enmarcado en una cruzada de alfabetización a fondo por todo el país. Entonces el 85 % de la población era analfabeta, situación que dificultaba el avance rápido de los nuevos ideales de la escuela. A la par con la reforma, Vasconcelos se dio a la tarea de editar muchas obras de los grandes clásicos griegos y latinos, los qute con su visión humanista deberían impactar en la formación de las nuevas generaciones.

El analfabetismo era un obstáculo para leer estos libros, y en tal circunstancia se llevó a cabo una labor titánica por enseñar a leer y a escribir. Descubrir lo que nos faltaba para avanzar, fue obra de un gobierno realista, y en tal circunstancia, no podía haber palos de ciego, como ahora en que se quiere reformar la educación, a tontas y a locas, por emplear un lenguaje coloquial pero certero.

La reforma de Peña Nieto fue reforma administrativa, laboral. El supuesto objetivo que le pusieron como un parche, de que se le está enseñando al alumno a “aprender cómo aprender”, no tiene sustento sistemático, y además hace más de 45 años que se intentó hacerlo como parte de una reforma en la educación, que no recorrió gran camino, aunque tenía más visos de reforma que esta puntada del gobierno.

En esta medida, sigue siendo una gran deuda crear una auténtica reforma que sirva para recobrar los valores perdidos, acorde a los tiempos que transcurren. El nuevo gobierno tiene la oportunidad para que cambie México, este es el primer gran reto del próximo sexenio que, desde hoy, reconoce al tabasqueño Andrés Manuel López Obrador como titular del mismo.

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