Deshidratación, golpes de calor y quemaduras son algunas de las consecuencias que podemos sufrir en los días de verano o con temperaturas muy altas. Todo esto se puede prevenir si somos cuidadosos y tomamos algunos de los recaudos que compartimos a continuación:
Tomá abundante líquido para mantenerte hidratado. Si no tenés sed, igual consumí algunos sorbos de agua para evitar complicaciones.
Evitá consumir gaseosas o alcohol.
Si la temperatura es muy alta, reducí la intensidad de la actividad física. No olvides tomar agua mientras hacés ejercicio. Tratá de aprovechar la primera o la última hora del día, que suelen ser las más frescas.
Evitá la exposición directa al sol entre las 10 y las 17 horas. Siempre usá protector solar, aunque esté nublado.
Es recomendable el uso de anteojos de sol, sombrero y ropa holgada de colores claros.
Aumentá el consumo de frutas y verduras.
Los bebés de 6 meses o menos no deben ser expuestos al sol. Tampoco se les puede colocar ningún tipo de protección solar.
Los síntomas más comunes de un golpe de calor son: dolor de cabeza, náuseas, mareos, confusión, piel enrojecida, caliente o seca, fiebre muy alta. Si una persona presenta alguno de los síntomas mencionados se recomienda llevarla a un lugar fresco, donde no esté expuesta directamente al sol, darle agua fresca, mojar la ropa con agua y colocarle una bolsa de hielo en la cabeza. Si no mejora o empeora, es conveniente llamar al servició médico para que brinde asistencia.
Los bebés y niños, los adultos mayores de 65 años, las personas embarazadas y quienes tienen alguna enfermedad crónica son considerados grupos de riesgo y más vulnerables a sufrir golpes de calor.