Matilde Gil Herrera, mi madre, fue secuestrada el 05 de abril del 2017 a las 4:30 de la tarde.
No supimos nada de ella después de eso.
Mi jefa, como me gustaba llamarle, era una mujer de carácter fuerte, una cabrona diría ella, a mucha honra, toda su vida la dedicó a la lucha social, fue maestra de una escuela de cooperación llamada Genaro Vázquez Rojas donde todos mis hermanos, yo y miles de jóvenes estudiamos.
Javier Corral, a pesar de eso mató a mi madre porque le negó el derecho a la búsqueda, le negó el derecho a la tipificación del secuestro, y le negó el derecho al feminicidio.
Javier Corral mató a mi madre porque prefirió denostar la antes que buscarla.
“Su madre se fue por su propio pie, dejen de buscarla y hacer pedo”, eso nos dijo el comandante antisecuestros de Chihuahua. Desde entonces solo fue revictimizada sin fundamento alguno, le creyeron al victimario, y victimaron a mi madre y a su familia. Buscaron en sus cuentas, en sus perfiles médicos, su pasaporte, su visa, su comportamiento telefónico, pero nunca buscaron en los videos y en las evidencias que entregamos nosotros como su familia porque ellos se habían negado a buscarla.
Nos persiguieron, hurgaron en nuestras vidas y como no encontraron nada decidieron hacerla una puta, porque claro, ¡en este país toda mujer que desaparece primero se va con un hombre antes de haber sido secuestrada!
Javier Corral mató a mi madre y nosotros sin su ayuda la encontramos 15 días después, en un hoyo a un lado de un río, con un balazo en su cuerpo y con el cuerpo quebrado y destrozado, pero con las evidencias de la lucha de haberse defendido.
César Peniche, el fiscal de Javier Corral, inmediatamente avisó a aquel que la secuestró y la asesinó para que saliera del país. Javier Corral trató de modificar la autopsia de mi madre para que pareciera solo un homicidio y no un secuestro.
Nos negaron el derecho a víctimas con sus influencias en el Consejo de la Judicatura. Una jueza de consigna negó el feminicidio porque dijo que no había violencia suficiente que se pudiese probar, cuando el cuerpo de mi madre estaba destrozado.
“Háganle como quieran, pero nunca vamos a aceptar el secuestro, a su madre la van a encontrar en una playa por ahí con su novio tomándose una piña colada”, nos dijo Javier Corral a la familia.
Lo decimos entonces desde esta tribuna y lo digo a nombre de mi familia, y de todas las mujeres y familias que hemos sido victimadas con la falta de acción del gobierno.
Promoveremos iniciativas para que aquellos quienes desde el poder público hacen omisión de búsqueda y revictimicen familias y a las mujeres, tengan una obligación penal frente al Estado. Ya basta de que todos aquellos que hayan sido cómplices y complacientes del asesinato de mujeres queden impunes.
Javier Corral es un feminicida y está libre y queremos, quiero desde esta tribuna no solamente denunciar sino llamarlo a cuentas, es necesario que señalemos a todos aquellos no solamente que han sido violentadores y que han sido parte de esta complicidad que parece que no pasa nada ahí, y las mujeres en este país nos seguimos muriendo.
La reserva que presento es para que se hagan estos padrones no solamente de feminicidas y violentadores sino también de perpetradores, y de todos aquellos donde podamos incluir a “Los Patricios Martínez” a los “Javier Corral” a los “Francisco Barrios”, a todos aquellos que se cegaron frente a la desaparición de mujeres, es cuanto señora presidenta.