Los estudios han comprobado que el uso de mascarilla no impide la correcta oxigenación de la sangre, los motivos por los que la gente siente ahogo son psicológicos
Las mascarillas no son perjudiciales, ni siquiera con su uso continuado y ni siquiera al hacer deporte, a pesar del flujo incesante de bulos al respecto en redes sociales. La OMS confirma que “El uso prolongado de mascarillas médicas cuando se usan correctamente, no causa intoxicación por CO2 ni deficiencia de oxígeno”.
Asimismo, el uso de mascarillas tampoco produce intoxicación por CO2, como aparece en otras noticias falsas. El aire que queda atrapado entre el rostro y la mascarilla es tan poco que la mayor parte del aire inhalado viene del exterior, y la cantidad de CO2 es infinitesimal, muy lejos de los niveles tóxicos.
La prueba definitiva de que el cuerpo tiene suficiente oxígeno es la misma que se hace con los enfermos de COVID-19 en los hospitales: la concentración de oxígeno en sangre. Una medida que se puede tomar con un simple monitor electrónico colocado en un dedo.
El estudio más reciente al respecto lo han llevado a cabo investigadores de la Universidad McMaster en Canada . Observando a personas de más de 65 años sin problemas pulmonares, se comparó la saturación de oxígeno antes, durante y después de llevar una mascarilla desechable de tres capas durante una hora.
La medida habitual de la saturación de oxígeno en sangre está entre 95 y 100%. Los valores por debajo de 90 se consideran bajos y necesitan atención. La saturación media antes de llevar mascarilla fue de 96,1%, durante 96,5% y después 96,3%. Es decir, mientras los voluntarios llevaban una mascarilla, el oxígeno en su sangre era totalmente normal e incluso un poco más alto que antes y después.
¿POR QUÉ SON ANGUSTIOSAS LAS MASCARILLAS?
Si llevar una mascarilla no afecta a la cantidad de oxígeno que respiramos, ni al oxígeno en la sangre, ¿por qué hay gente que tiene sensación de ahogo? Los expertos coinciden en que se trata de un efecto psicológico.
Uno de los síntomas más comunes de los ataques de pánico y ansiedad es la sensación de ahogo, de no poder respirar. Los estudios indican que el cerebro es especialmente sensible a cambios muy pequeños de la concentración de CO2, una forma de protegernos de la asfixia accidental. En algunas personas esta sensibilidad es mayor que la media, debido a factores genéticos.
El estrés produce como efecto secundario una respiración rápida, superficial y agitada. Precisamente esta forma de respirar puede hacer que aumente la concentración de CO2 en la sangre, y producir una respuesta de angustia, que a su vez hace que la respiración se altere aún más.
Es decir, no es tanto que la mascarilla produzca sensación de angustia, sino que esta sensación producida por el estrés se atribuye erróneamente a la mascarilla. Basta con respirar hondo, con o sin mascarilla, para que se pase.