Ningún tema de propaganda fue tan rentable para López Obrador durante su campaña como la condena por la compra del Avión Presidencial. Ya en la Presidencia no abandonó el tema, “exilió” el avión y lo puso en venta en Estados Unidos; costo más de 30 millones de pesos mantenerlo en ese país.
Las ofertas que recibió fueron menores y se le ocurrió que podría rifarse y recaudar los 130 millones de dólares en los que la ONU valuó el avión; para ello se deberían vender 6 millones de billetes de la Lotería Nacional, con un costo de 500 pesos cada “cachito”.
La rifa se realizará este 15 de septiembre, día en que conoceremos el resultado, el billete ganador y quién se “lleva” el Avión Presidencial, que no se le entregará porque la ley impide que los premios de la Lotería Nacional sean en especie y porque en el caso de que un particular lo ganara, más que un premio recibiría una “maldición”, su mantenimiento es muy elevado, hasta para un empresario “machuchón”, como le dice López Obrador a los muy ricos.
El presidente López Obrador se empeñó en vender los billetes de la Rifa del Avión Presidencial. Invitó a cenar a los empresarios más prominentes del país para que se comprometieran a comprar cien millones de pesos en “cachitos” de la Lotería. El rezago en la venta indica que no logró su objetivo.
Hace 30 días no habían vendido más de la mitad de los billetes, tres millones de cachitos sin demanda, entonces el presidente López Obrador se puso a “vender” billetes desde la mañanera, se trasladó al hangar presidencial para promocionarlos.
No impactó su mensaje y se le ocurrió que se podrían “obsequiar” los “cachitos” entre los héroes que combaten la pandemia del coronavirus. Ellos tampoco recibirán el premio. En caso de ganar lo donarán al INSABI para la compra de materiales y equipos, para que realicen en mejores condiciones su labor en los hospitales.
En consecuencia, los mexicanos por primera ocasión en la historia de la Lotería Nacional, serán testigos y participantes de la No Rifa y el No Premio del Avión Presidencial cuyos “cachitos”, en muchos casos, fueron “comprados” mediante descuentos en la nómina, por funcionarios públicos federales.
El INSABI “obsequió” entre los trabajadores del sector salud los billetes que no se habían vendido y eso fue lo que permitió al presidente López Obrador dar la “noticia”, un día antes, que se había “vendido” la totalidad de los billetes del Avión Presidencial.
Un día después de la No Rifa y el No Premio, el Avión Presidencial va a continuar en su Hangar y seguirá demandando que se cubran los pagos de su adquisición y los gastos de su mantenimiento.
El tema del Avión Presidencial en la propaganda de López Obrador se convertirá en un “bumerang”, como se dice en comunicación; será recordado como el avión con el que el presidente López Obrador cometió un fraude a la Nación.
En la memoria colectiva tendremos presente que la ocurrencia de rifar el Avión Presidencial fue una pifia porque no se pueden rifar los bienes de la Nación. Como el presidente piensa que él no se equivoca, en lugar de detener su ocurrencia, la escaló e instrumentó la No Rifa y con ello un fraude.
La instrumentación de la rifa fue un fracaso porque la gente no quiso los “cachitos” y entonces el gobierno “compró” los boletos de su propia rifa y lo hizo con el dinero de todos los mexicanos, lo que significa que pasamos de una mega pifia a un super fraude. El dinero público sirvió para que el presidente no tuviera que reconocer el fracaso de su ocurrencia.
El No Premio es la ocurrencia con la que busca “justificar” que el destino del dinero será para comprar materiales y equipo que el INSABI debe adquirir para el Sistema Nacional de Salud. Ese dinero está destinado para salvar vidas de trabajadores de la salud y de los enfermos que atiende y no debería andar en la “danza” de juegos de azar.
El presidente López Obrador había dicho que no se subiría al Avión Presidencial, pero lo hizo al promover la compra de cachitos y aprovechó la ocasión para refrendar su mensaje de que era “la prueba de los lujos que se daban los gobernantes, que hasta parecían reyes, lo que era un insulto a la pobreza de los mexicanos”. (La Jornada, 24 de agosto de 2020)
También es un insulto comprar billetes de la lotería con dinero público, para que, según las probabilidades, la rifa la gane algún servidor público que debió firmar un compromiso de entregar el No Premio al gobierno.
Los recuerdos del futuro. El Avión Presidencial que sirvió a un presidente para cometer un fraude. No voló en él, pero le fue útil para denostar a sus adversarios.