Tras entonar una oración, el himno nacional y consignas varias, más de 3 mil migrantes salieron este lunes de madrugada del lado guatemalteco de un puente fronterizo y empezaron a caminar con la intención de ingresar a México, que mantenía sus puertas cerradas. Una hora antes se había prendido fuego a una pira que hizo una especie de señal de humo.
Avanzaron organizados: primero un grupo de hombres, después las mujeres y niños en medio y otro grupo de hombres atrás. Se tomaron de los brazos para formar una cadena humana con la que dijeron iban a estar protegidos
Del lado mexicano, más de 60 guardias nacionales equipados con material antimotines esperaban a los migrantes. De fondo, la repetitiva grabación en bucle les alertaba que “están ingresando de manera ilegal” a México y que no se dejaran engañar.
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Las tropas mexicanas cerraron durante el fin de semana la puerta de entrada en el puente ‘Rodolfo Robles’ mientras cientos de personas presionaban en un intento de abrirse paso. Los soldados mexicanos aguantaron la posición ante las barras de metal verde de la verja. Nadie resultó herido.
En los últimos meses, México ha redoblado los esfuerzos por impedir que los migrantes lleguen a territorio estadounidense, tras las amenazas del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de sanciones comerciales y otras represalias.
Al acercarse las caravanas migrantes más recientes, México envió soldados para patrullar su frontera sur y vigiló la zona con drones. En ocasiones, los migrantes viajan en caravana buscando más seguridad y, esperan, más posibilidades de éxito en su viaje a Estados Unidos.
Las caravanas anteriores persuadieron a las autoridades mexicanas para que les permitieran cruzar la frontera sur, ya fuera por motivos humanitarios o por pura fuerza bruta.
El Gobierno mexicano declaró el fin de semana que sus medidas habían sido un éxito, indicando el domingo por la noche que los intentos en “modo desordenado” de los migrantes por cruzar la frontera habían sido “infructuosos”.
Maureen Meyer, directora para México y derechos de los migrantes en el Oficina de Washington sobre América Latina, describió la respuesta mexicana durante el fin de semana como un cambio respecto a la gestión de otras caravanas migrantes que habían llegado a sus puertas.
“El Gobierno mexicano ha dejado claro que no ofrecerá ninguna visa que pueda utilizarse para viajar al norte, y que cualquiera que viaje sin documentación adecuada será detenido, enviando un firme mensaje al Gobierno de Trump de que el Gobierno mexicano está haciendo su parte para asegurarse de que los miembros de la caravana no llegan a la frontera estadounidense”, apuntó Meyer.
Las autoridades mexicanas ofrecieron una alternativa durante el fin de semana al prometer a los migrantes empleo y una oportunidad de quedarse en el país, aunque los detalles eran vagos y muchos migrantes temían ser deportados.
La oferta de empleo, y no solo una legalización de su estancia o asilo, es una novedad en los esfuerzos de México por buscar una solución humana para los migrantes, en su mayoría centroamericanos, que huyen de la violencia y la pobreza en sus países de origen.
Más de mil migrantes optaron por dar una oportunidad a México y fueron trasladados en camioneta a centros de inmigración para continuar los trámites.
Claudia León, coordinadora del Servicio Jesuita de Refugiados en la localidad de Tapachula, describió los traslados con vagas promesas de empleo como una “detención de facto” que podría comprometer los derechos de los refugiados.
No estaba claro qué clase de empleo planteaba México para los migrantes, dado que la mitad de la población mexicana es pobre y hay millones de desempleados.
El Gobierno mexicano emitió un comunicado el domingo por la noche indicando que “en la mayoría de los casos”, los cientos de migrantes llegados en los últimos días serían devueltos a sus países de origen “en caso de que la situación así lo amerite”.