Por: José Luis Domínguez Castillo
Solo faltan los niños de primaria y el lunes próximo todo vuelve a la normalidad con el regreso a clases en los distintos niveles de educación. Nada más de pensar en el gasto de los útiles escolares, los padres de familia ya se lamentan de haber salido de vacaciones, pero esto también –para muchos- era justo y necesario.
Como cada año, al término del asueto de verano, el retorno a las aulas se convierte en un viacrucis y no pocos se quedan cortos con la lista de materiales que les exigen en las primarias y secundarias, especialmente. El gasto resulta fuera del presupuesto para familias del estatus social medio, no se diga para quieren sobreviven con un salario mínimo, pues cumplir con lo solicitado a los estudiantes, representa un desembolso que puede superar incluso los 3 mil pesos.
De acuerdo a la Profeco, para solventar la lista de útiles de primero de primaria, el gasto es de 592 pesos en papelería, mil 66 pesos en tiendas de autoservicio y de 376 pesos en el sector informal. El monto se eleva por que esta incluye otros productos escolares, o para el mobiliario y remozamiento de los salones que requieren ese tipo de instituciones. En el resto de los grados superiores varían poco las cantidades.
Cabe aclarar que estos gastos no incluyen los uniformes para los alumnos de primer ingreso. De hecho, algunos padres de familia deben volver a comprar las prendas por el total desgaste, más nuevos pares tanto de zapatos como de tenis deportivos que requieren para las distintas prácticas dentro y fuera del salón de clases.
Aquí es donde Profeco también debe ser aliado de los padres de familia, cuidando que los comerciantes no abusen con el precio de los artículos escolares, uniformes y calzado.
Es por ello que muchos jefes de familia buscan y exigen, con derecho y urgente necesidad, el apoyo de las autoridades de Educación para que sus hijos reciban algún tipo de beca por su buen desempeño escolar, lo que les ayuda en poco con tantos gastos. Y es aquí donde gobierno e instituciones deben ser solidarios con los padres y sus hijos, implementando y aumentando programas que realmente lleguen a los más necesitados y así solventar los gastos de cada ciclo escolar.
Y es que vemos, lamentablemente, casos donde muchos alumnos cumplen con las calificaciones exigidas para el apoyo académico y se sienten impotentes cuando las becas se desvían a personas que no tienen la necesidad de ellos pero que, por influencias y compadrazgos, hacen uso inapropiado de esos recursos. Casos hay al por mayor, donde no logran entrar al listado y cuando son agraciados, la beca les llega incompleta.
La educación cuesta, y mucho, pero es la mejor herencia que podemos dejar a nuestros hijos para que en un futuro puedan ellos, por sí solos, desarrollarse en plenitud: ser profesionistas que contribuyan con su ciudad y país, así como ser ciudadanos de bien para orgullo de sus padres y las familias que deberán formar en su debido tiempo y circunstancias.