Por Rafael Cano Franco.
El primer Informe del presidente Andrés Manuel López Obrador fue un compendio de “sus otros datos”, porque más allá de un leve reconocimiento de fallas en los temas de seguridad pública, el resto fue esbozar un México y un accionar gubernamental inexistentes en la realidad.
Es contrastante lo que el presidente López Obrador aseguró en su informe, con lo que realmente sucede; pareciera que “los otros datos” siempre serán falsos y el Primer Informe Presidencial no fue la excepción al estar plagado de las mismas aseveraciones que hace en sus conferencias mañaneras y de las cuales el 58 por ciento son falsas.
En la asignatura económica, el presidente López Obrador simplemente no da una y preocupa el escaso crecimiento, la nula generación de empleos, las decisiones erradas que cuestan ciento de miles de millones de pesos pero que también erosionan la confianza en México como un destino de inversión seguro.
La seguridad pública –único tema donde acepta públicamente existe incumplimiento—es una alerta roja; los asesinatos ya superan en número al que tuvieron otros presidentes de la República en su primer año; la Guardia Nacional, que es el Ejército disfrazado de policía, parecería ser su gran apuesta para combatir al crimen organizado si no fuera porque el propio López Obrador de pronto pareciera convertirse en el principal defensor de los criminales.
El combate a la corrupción, convertido en su eje discursivo en la campaña presidencial, no coincide con la versión del Presidente; los datos de López Obrador aseguran se redujó el “huachicoleo” en un 94 por ciento y eso representa 50 mil millones de pesos; los informes de Pemex y de otras organizaciones civiles indican que sí limitó los primeros días del 2019 cuando se montó un operativo, pero luego de eso volvió a incrementarse al grado de seguir siendo un problema sin resolver.
El presidente asegura desapareció la corrupción, pero más del 70 por ciento de los contratos gubernamentales se han hecho sin licitación, solamente por adjudicación directa y los más jugosos, casualmente se han entregado a sus amigos empresarios. Aunado a lo anterior el gobierno está plagado de nepotismo, lo cual también es corrupción.
La obra pública está detenida y la poca que existe viene de gobiernos anteriores con recursos asegurados desde antes para su continuidad; los principales proyectos de inversión gubernamental: el aeropuerto de Santa Lucía y el Tren Maya, están frenados; el aeropuerto simplemente porque no cumplió con los requisitos legales y fue detenido por amparos; mientras que el Tren Maya todavía no empieza precisamente porque le faltan los estudios de impacto ambiental, indispensables para todo proyecto pero con énfasis en este que atraviesa una buena parte de la selva y la reserva Maya.
En sus programas de corte social, el presidente López Obrador presume que 8 millones de adultos mayores ya reciben su pensión mensual, pero les retiró el seguro popular; señala que el programa de becas para estudiantes ya es universal, pero en realidad hay un subejercicio de más de 5 mil millones de pesos y en el caso del programa para jóvenes que no estudian ni trabajan (los “ninis”) se descubrió duplicidad, inexistencia de personas registradas y una gran corrupción en el pago de las becas.
Eliminó los apoyos para las estancias infantiles, pero también quitó recursos destinados a la compra de medicamentos y eso ya lo recienten los pacientes, sobre todo los niños y ancianos enfermos de cáncer; en su declaración más patética aconsejó que “médicos, enfermeras, directivos y ciudadanos le compren con su dinero el medicamento a los pacientes”.
López Obrador y sus seguidores fueron feroces en los señalamientos a los empresarios que se enriquecieron bajo el cobijo de otros ex presidentes; pero el mismo día que anunció la separación del poder político del poder económico, anunció una aparente exitosa negociación con Carlos Slim Helú, la más viva representación del neoliberalismo, con quien acordó un nuevo esquema energético.
Negociar con los grandes capitalistas de México le valió al Presidente que Carlos Slim dijera que no es importante tener cero crecimiento para este año porque existen las condiciones para que en el futuro la economía mexicana crezca.
El Informe Presidencial estuvo plagado de tantas falsedades que ni siquiera fue el Primero, ahora resulta que es el tercero, pero eso es un asunto de poca importancia porque lo trascendente es desmenuzar el contenido de lo que se entregó al Congreso, ahí debe haber más verdad que la expresada en el evento de Palacio Nacional.
Rafael Cano Franco es reportero y conductor de noticias, preside el Foro Nacional de Periodistas y Comunicadores A.C.