Por Rafael Cano Franco
La Seguridad Pública, una asignatura pendiente
Desde el 1 de diciembre del 2018 al 1 de abril del 2019, justos los primeros cuatro meses del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, el número de muertes violentas contabiliza 13 mil víctimas, una cifra que representa un incremento del 13 por ciento con respecto al mismo periodo inmediato anterior.
Es innegable que la seguridad pública representa el reto más importante que tiene el gobierno federal y si bien se acepta la excusa que es un problema heredado, también resulta evidente que no se han tomado medidas efectivas para reducir la incidencia delictiva en el indicador más importante y determinante de la inseguridad pública: las muertes violentas.
El Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y Justicia Penal (CCSPJP), un organismo de la sociedad civil de origen mexicano, anualmente elabora un listado con las ciudades más violentas del mundo.
El listado se elabora de manera sencilla, simplemente se comparan el número de homicidios por cada 100 mil habitantes.
El correspondiente a este año tienen en la lista a 12 ciudades mexicanas; lo más preocupante es que tres de ellas son importantes polos de atracción turística y lo más triste es que en primer lugar se ubica la ciudad de Los Cabos, en Baja California Sur, un puerto de gran atractivo turístico, con apenas 328 mil habitante, pero donde se cometieron 365 homicidios para una tasa de 111.33
En tercer lugar está Acapulco, Guerrero, otrora el principal destino turístico de México, un sitio de veraneo y recreo que representaba una importante fuente de divisa extranjera, pero dada la violencia en la cual está inmerso, paulatinamente ha sido relegado como una opción para vacacionar y se mantiene solamente con el aporte del visitante nacional.
Dentro del “top ten” están las ciudades mexicanas: Tijuana, Baja California en quinto lugar; La Paz, Baja California Sur, en sexto; Ciudad Victoria, Tamaulipas en octavo y Culiacán, Sinaloa en el noveno.
Una agradable sorpresa es que Ciudad Juárez, luego de que hace una década fue considerada la ciudad más violenta del mundo, ahora se ubica en el lugar 20; lo anterior indica que cuando se atiende a una sociedad afectada por la violencia con las estrategias correctas, se pueden tener resultados exitosos, aunque es tardado ver los resultados.
El lugar 29 corresponde a la ciudad de Chihuahua y el 31 a Ciudad Obregón, Sonora; Tepic, Nayarit; Ciudad Reynosa, Tamaulipas y Mazatlán, Sinaloa están ubicadas en las posiciones 36, 38 y 43, respectivamente.
Que estas ciudades aparezcan en la lista no limita que las grandes urbes como Ciudad de México, Guadalajara, Monterrey, Puebla o Veracruz tengan más muertes violentas, pero por estar densamente poblada la tasa de asesinados tiende a reducirse.
La gran estrategia de seguridad pública anunciada por el gobierno federal es la creación de la Guardia Civil, un híbrido donde se combinan militares y mandos civiles, pero cuya función no será perseguir a las cabezas de los cárteles de la droga, principales generadores de la violencia, según lo declaró el presidente López Obrador.
El propio Secretario de Seguridad Pública, Alfonso Durazo Montaño ha dicho al menos en una ocasión, que el tema de la inseguridad pública en México es tan complejo y se arraigó en la sociedad al grado tal que se necesitan cien años de trabajo para ofrecer resultados.
No puede soslayarse que salvo los casos de Acapulco en el sureño estado de Guerrero y Tepic, en el occidental estado de Nayarit; las otras diez ciudades se focalizan en entidades del norte, con alta afluencia turística o fronteras con Estados Unidos.
Pero eso no significa que el sureste se encuentre exento del problema; ciudades como Cancún y playa del Carmen, en Quintana Roo han sido escenarios de enfrentamientos y reyertas entre cárteles de la droga, lo cual indica la tendencia de que la violencia se focaliza en las ciudades por donde se envían narcóticos a Estados Unidos, que son las urbes fronterizas; pero también en aquellos sitios turísticos donde la demanda aumenta por la presencia de visitantes extranjeros con cierto poder adquisitivo para comprar drogas tradicionales como heroína, cocaína y mariguana.
La violencia y los asesinatos tienen sentido desde el momento en que los cárteles se pelean las rutas del trasiego, pero también riñen por los mercados locales.
Las estrategias, las acciones de inteligencia, la contención y la presencia policiaca debe estar orientada a esa realidad porque la gran amenaza de la violencia es el grado en que contamina y destruye actividades muy lucrativas, como el turismo.
Rafael Cano Franco es reportero y conductor de noticias, también preside el Foro Nacional de Periodistas y Comunicadores A.C.