Por: Enrique Rodríguez
Todavía no se esclarecía el asesinato de los dos colegas periodistas en Hermosillo, en cuyo caso las autoridades salieron con la graciosada de que “fue una confusión”, y ya mataron a otro, este en San Luis Río Colorado.
Santiago Barroso Alfaro, era conductor de un programa de noticias y también colaboraba en medios impresos; tenía 47 años de edad cuando un asesino solitario llegó hasta su domicilio y tras llamar a la puerta, agredió al comunicador de varios balazos el pasado fin de semana.
Es el tercero del año y del actual régimen político, al que sí le interesa defender la libertad de expresión, pero solo cuando él la expresa.
Apenas el pasado 16 de febrero, dos compañeros comunicadores fueron asesinados a balazos –también– en Hermosillo, la capital de Sonora. Reynaldo López y Carlos Cota, fueron víctimas de un fuego cruzado y según las autoridades, se trató de una confusión.
Obviamente nadie se cree esta tesis y mucho menos ahora que Barroso Alfaro fue victimado a las puertas de su hogar. En los tres casos, los colegas eran demasiado comprometidos con su labor periodística.
Una vez más insistimos: el protocolo de protección para los periodistas del Gobierno Federal no sirve más que para alimentar a una burocracia ineficiente y que no termina de arrancar.
Apenas la semana pasada, el subsecretario de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación Federal, Alejandro Encinas, vino a Chihuahua a “relanzar” el protocolo, a poco más de dos años de que Alfredo del Mazo, cuando estaba en ese mismo cargo, vino a estas tierras a presentarlo.
Un protocolo que mezcla el quehacer de derechohumanistas con el de los periodistas, que carece de estructura, pero sobre todo, de recursos para establecer medidas precautorias, de protección y para aplicar la justicia.
Encinas dijo que “el modelo Chihuahua, es ejemplar y por lo tanto será replicado en los demás estados de la república”. Pero no dijo que desde que llegó a la Secretaría encontró un protocolo de letra muerta, sin sustento y que hasta ahora no tienen la más mínima idea cómo proteger a los periodistas.
Porque es muy simple, en la hechura del protocolo no se ha tomado en cuenta a ningún periodista de México. Nadie que haya sufrido en carne propia las amenazas y las agresiones, ha sido llamado a dar su testimonio para que se puedan instrumentar medidas efectivas para proteger a los comunicadores.
Además, porque mientras siga campeando la impunidad, es decir, que no se aprese y juzgue severamente a los agresores de periodistas, no habrá ningún inhibidor que sirva. Organizaciones de periodistas de México e internacionales, contabilizaron por lo menos 16 comunicadores asesinados en el país en el sexenio anterior, en este ya van tres.
Soy Enrique Rodríguez. Escríbame a: jefeenrique@yahoo.com.mx