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Sin darnos cuenta las hojas del calendario fueron cayendo, las estaciones del año fueron pasando y de pronto nos encontramos frente a una fecha llena de esperanzas, de buenos deseos, de anhelos y aspiraciones, una época que saca lo mejor de los seres humanos.
Es una temporada que nos llama a la reflexión, a saldar cuentas, intentar cumplir ciclos, echar raya y colocar en un lado de la balanza los logros y en el otro las fallas y los pendientes. Es un deseo sincero que en el aspecto personal y familiar, la báscula se haya cargado hacia el lado de las satisfacciones y los buenos resultados.
Desde este espacio hacemos votos por que en esta temporada exista armonía familiar, que los lejanos se acerquen, que los cercanos se hagan uno en torno a los seres que amamos y que la salud corporal y mental nos permitan disfrutar abundantemente de un advenimiento que funda los buenos deseos y sentimientos en una unidad en torno nuestros familiares y amigos.
Por otra parte, de manera contrastante, la cercanía al cierre de un año la convertimos en una oportunidad para formularnuevas intenciones, se abren espacios para expresar futurospropósitos, hacer promesas y construir sueños. Es curioso pues no cumplimos a satisfacción con lo asumido meses antes y ya sentimos la posibilidad de abrazar nuevas esperanzas.
Un espacio de opinión y análisis como es esta tribuna no puede dejar pasar el momento para reflexionar y ejercer la libertad de expresión para emitir un punto de vista desde la óptica de la opinión pública sobre el quehacer gubernamental, sobre las deudas, saldos insolutos y promesas incumplidas de los servidores públicos y políticos.
Aquellos que cuando buscan aceptación social para alcanzar una posición se acercan a los medios de comunicación para hacer uso, e incluso abuso, de la tribuna mediática para deshacerse ofreciendo cambios, combatir lo malo, mejores condiciones, políticos capaces de prometer lo “jamás visto”, sin detenerse a reparar en lo engañoso que puede ser lanzar promesas al aire.
En el ámbito familiar hacemos hasta lo imposible por entregar el regalo prometido, y cuando no es posible darlo, se entrega lo más cercano o se permuta por algo con igual o mayor valor sentimental y que satisfaga esa promesa.
En lo político no ocurre de tal manera, pues un común denominador de las promesas en campaña (salvo honradas excepciones) es que son solo una estrategia, una argucia para conseguir un propósito, se han convertido en una oferta, llevada a la ofensa de un juramento, a la injuria de llevarlo ante notario.
Ya ante la embriaguez del poder se valen de miles de escusas para justifica el perjurio cometido y es cuando culpan a los medios de comunicación de todos sus males, de ser los periodistas los insidiosos que inventan las criticas.
Los medios son solo un canal, un espacio de expresión, mientras que los periodistas son mediadores, terceros involucrados en los dos elementos (protagonistas) de lacomunicación, el público (políticos y gobernantes) y el privado (sociedad), quienes distorsionen, alteren, modifiquen o manipulen mensajes no pueden ser llamados periodistas ni sus perversiones convertirse en calificativos generalizados para la prensa.
Como sociedad no podemos menos que invocar a esa virtud que nos hace olvidar, perdonar y de nuevo permitirnos volver a soñar: la esperanza. Es la esperanza la permite mantener corazones anhelantes en que los gobiernos sean capaces de construir las condiciones que propicien una convivencia social equilibrada y un desarrollo y progreso fincado en realidades.
Feliz Navidad.