“El reloj del agua corre: ¿qué pasará si no llueve?”

Chihuahua, Chih. – En una ciudad que cada vez enfrenta temperaturas más extremas y ciclos de lluvia más irregulares, garantizar el suministro de agua para la población de Chihuahua es un desafío técnico y ambiental que exige atención urgente. Para comprender cómo fluye este recurso vital hasta nuestros hogares y qué futuro nos espera, investigamos a fondo el proceso, los riesgos y las alternativas que se están considerando.

La ciudad de Chihuahua obtiene su agua principalmente de fuentes subterráneas. Más del 90% del suministro proviene de acuíferos locales, particularmente el Acuífero de Chihuahua, además de pozos profundos distribuidos en diversas zonas de la capital. De manera complementaria, algunas presas de la región, como la Presa Chihuahua y la Presa El Rejón, apoyan el abastecimiento en temporadas críticas, aunque su aportación es secundaria frente al volumen que se extrae del subsuelo.

El recorrido del agua inicia en los mantos acuíferos, desde donde es extraída mediante sistemas de bombeo de alta capacidad. Posteriormente, el líquido pasa por plantas potabilizadoras, donde se le realizan procesos de desinfección y tratamiento para cumplir con los estándares de calidad para consumo humano. Una vez potabilizada, el agua es distribuida a través de una extensa red de tuberías que cubre toda la mancha urbana, llegando finalmente hasta los hogares, comercios e industrias de Chihuahua.

Cuando la lluvia escasea, la presión sobre los acuíferos se intensifica. La recarga natural de estos depósitos subterráneos depende en gran medida de la precipitación anual; sin lluvias suficientes, los niveles de los mantos freáticos descienden de forma alarmante. Esta situación obliga a extraer el agua desde mayores profundidades, encareciendo el proceso y aumentando el riesgo de agotamiento y deterioro de la calidad del recurso.

Según informes recientes de la Junta Municipal de Agua y Saneamiento (JMAS) y declaraciones oficiales de las autoridades estatales, el abasto para 2025 está asegurado gracias a una combinación de reservas actuales, estrategias de mantenimiento de pozos y campañas de ahorro de agua. Sin embargo, la incertidumbre crece de cara al 2026. Si las condiciones de sequía persisten y las precipitaciones no se recuperan, la extracción de agua podría volverse insostenible en algunos sectores, provocando restricciones más severas o la necesidad de implementar nuevas fuentes de suministro.

Diversas estrategias están sobre la mesa para enfrentar la sequía:
• Reutilización de agua tratada: Se impulsa el uso de agua tratada para riego de parques y áreas verdes, liberando agua potable para consumo humano.
• Captación de agua de lluvia: Se promueven sistemas de captación pluvial en edificios públicos y privados.
• Perforación de nuevos pozos: Aunque es una solución temporal, se evalúan nuevos puntos de extracción.
• Campañas de concientización: El uso racional del agua entre la ciudadanía es clave para prolongar las reservas.
• Tecnologías de eficiencia hídrica: Incentivar el uso de dispositivos ahorradores en hogares, empresas y gobierno.

En efecto, en algún momento se analizó la posibilidad de aprovechar el agua acumulada en las minas de Aquiles Serdán. Técnicamente, existe una gran cantidad de agua subterránea en esta zona debido a la infiltración natural y actividades históricas de la minería. Sin embargo, estudios determinaron que esta opción no es viable a gran escala: el agua presenta altos niveles de metales pesados y contaminantes que harían su tratamiento extremadamente costoso y lento, además de que su volumen no garantizaría un abastecimiento sostenido para toda la ciudad.

Aunque las autoridades aseguran que el riesgo inmediato es bajo, el escenario a mediano y largo plazo es preocupante si no se toman medidas contundentes. De acuerdo con especialistas en hidrología, si las tasas de extracción actuales se mantienen sin una recuperación de los acuíferos ni un cambio en el comportamiento de consumo, en unos años podrían enfrentarse episodios de desabasto parcial en algunas zonas. Esto significaría cortes programados, presión baja o incluso, en situaciones extremas, la necesidad de traer agua en pipas a algunas colonias.

El agua en Chihuahua sigue fluyendo, pero no de manera infinita. El reto para autoridades y ciudadanía es claro: cuidar hoy cada gota para asegurar el mañana. La sequía no es solo una amenaza climática, es un llamado urgente a repensar nuestra relación con el recurso más vital que tenemos.