La ciudad de Tijuana, que durante años fue epicentro de la migración en la frontera norte del país, hoy muestra un panorama radicalmente distinto. Los parques antes ocupados por familias enteras, los albergues saturados y las calles abarrotadas de solicitantes de asilo han quedado casi vacíos. La imagen que alguna vez simbolizó el tránsito migratorio más intenso del hemisferio occidental ha cambiado por completo.
Actualmente, las calles donde migrantes esperaban su turno para cruzar de forma legal hacia Estados Unidos están prácticamente desiertas. Incluso el muro fronterizo, antes escenario de múltiples intentos por ingresar de manera irregular, permanece en silencio, con la excepción del ruido de una obra de construcción cercana. El pasado jueves por la mañana, apenas cinco personas aguardaban en el lado mexicano del cruce hacia el sur de California, donde antes se reunían multitudes.
“Aquí no llega más gente. Todo el mundo se ha ido. Nadie más ha llegado”, relató Lenis Mojica, migrante venezolana de 49 años que reside en un albergue desde enero.
Esta reducción en el flujo migratorio no es exclusiva de Tijuana. Otras ciudades fronterizas mexicanas han reportado caídas similares en los últimos meses. Aunque la tendencia comenzó antes de que Donald Trump asumiera nuevamente la presidencia de Estados Unidos, el descenso se ha intensificado desde su llegada al poder y su reiterada promesa de aplicar medidas más estrictas contra la migración.
Según datos oficiales, en abril de este año se registraron 8,383 detenciones de migrantes en la frontera entre México y Estados Unidos, muy por debajo de las 129,000 del mismo mes en 2024, y lejísimos del récord de casi 250,000 detenciones alcanzadas en diciembre de 2023.
Para el gobierno de Trump, esta caída ha sido presentada como un logro. La secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, declaró en redes sociales: “El mundo está escuchando nuestro mensaje: no vengas a este país ilegalmente”. Sin embargo, el mandatario también ha reiterado que existe una emergencia fronteriza y recientemente ordenó el despliegue de la Guardia Nacional en California para contener protestas y, según sus palabras, “liberar a Los Ángeles de la invasión de migrantes”.
Pese a estas declaraciones, los residentes y los pocos migrantes que permanecen en Tijuana aseguran que la situación está bajo control y que la actividad en la frontera es mínima. “La realidad es esta: que no hay migrantes”, afirmó José María García, fundador de un albergue ubicado a pocas cuadras de la línea fronteriza. “Está muy calmada”.