Como mujer y como parte de esta sociedad, las recientes declaraciones en contra de la Síndica de Chihuahua, me han golpeado profundamente, no solo por el daño que causan a la persona y el malestar de sus familiares, sino por lo que representan: una manifestación más del machismo que aún persiste en los rincones más profundos de nuestra sociedad.
Es importante entender que nuestras luchas como mujeres no son aisladas. Cada vez que una de nosotras es atacada, menospreciada o relegada, todas perdemos un pedazo de nuestra libertad. El machismo, en todas sus formas, nos afecta a todas, desde la violencia física hasta los comentarios degradantes, desde el menosprecio por nuestras ideas hasta la negación de nuestro lugar en la política, los negocios, o cualquier espacio de poder.
Es lamentable ver cómo en Chihuahua, las mujeres seguimos luchando contra estructuras que nos relegan, que nos silencian y que nos hacen pensar que nuestra participación en la vida pública es un favor y no un derecho.
Sin embargo, hoy quiero dejar claro: debemos enfrentarnos a este sistema de opresión que no solo limita a las mujeres, sino a toda la sociedad. Porque un mundo donde las mujeres no son libres, es un mundo que no es libre para nadie. La lucha por la igualdad es una lucha por la libertad de todas las personas.
Por eso, hago un llamado a todas las mujeres de Chihuahua, a todas las personas que creen en la justicia, a que sigamos caminando juntos. A todos los actores políticos les pido que
elevemos el nivel de nuestro diálogo, que dejemos atrás los ataques personales y nos concentremos en lo que realmente importa: construir un mejor Chihuahua.
Y debemos reconocer que no es cuestión de hombres, como género, sino de quienes, como el que agredió públicamente a la Síndica, los que hacen que nos unamos, hombre y mujeres, contra el machismo.
No debemos ser una sociedad dividida: hombres y mujeres. Todos y todas somos parte del Chihuahua que queremos