La Oficina de Representación Chihuahua del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) dio a conocer las diferencias entre COVID-19 y la influenza, a fin de que la población pueda identificarlas y actuar en consecuencia.
El coordinador de Prevención y Atención a la Salud, doctor Adrián Bernardo Rodríguez Pacheco, indicó que aunque al momento el virus del SARS-CoV-2 se encuentra en investigación de manejo y tratamiento, puede realizarse una diferenciación entre ambos padecimientos respiratorios.
Indicó que tanto el COVID-19 como la influenza van desde la ausencia de síntomas (casos asintomáticos) a síntomas graves. Entre los más comunes en ambos se encuentran la fiebre, escalofríos, tos, dificultad para respirar, fatiga, dolor de garganta, dolor muscular y molestias corporales, así como dolor de cabeza. Algunas personas pueden tener vómitos y diarrea, aunque esto es más común en niños que en adultos.
Rodríguez Pacheco señaló que los síntomas más habituales del SARS-CoV-2 son: fiebre, tos seca y cansancio; así como molestias, dolor de garganta, de cabeza, diarrea, conjuntivitis, pérdida del sentido del olfato y/o del gusto y erupciones cutáneas.
El especialista destacó que entre los síntomas graves están la dificultad para respirar o sensación de falta de aire, dolor u opresión en el pecho e incapacidad para hablar o moverse.
Afirmó que ambas se transmiten por contacto de persona a persona, cuando el enfermo tose, estornuda o habla a una distancia menor a dos metros, al estrechar las manos o al tocar una superficie u objeto con el virus y luego tocarse la boca, la nariz o posiblemente los ojos.
Refirió que tanto el COVID-19 como la influenza pueden provocar complicaciones, entre ellas neumonía, insuficiencia respiratoria, síndrome de insuficiencia respiratoria aguda, sepsis (infección severa), lesión cardiaca, accidentes cerebrovasculares e insuficiencia renal.
Además de agravamiento de afecciones crónicas, que involucra los pulmones, corazón, sistema nervioso o diabetes; inflamación del corazón, cerebro y tejidos musculares; e infecciones bacterianas secundarias (que ocurren en personas que ya han sido infectadas por la influenza o el SARS-CoV-2).
El coordinador de Prevención y Atención a la Salud apuntó que el mayor riesgo en la influenza lo corren los niños, las mujeres embarazadas, las personas adultas mayores, aquellas con afecciones crónicas y las personas inmunodeprimidas; mientras que para el SARS-CoV-2 se considera que la edad avanzada y las afecciones crónicas incrementan el riesgo de que se agrave la condición del paciente.
Por lo tanto, exhortó a no bajar la guardia y llevar a cabo la higiene regular de manos con agua y jabón, utilizar alcohol gel, usar de manera permanente el cubrebocas y guardar la sana distancia.
Asimismo, evitar cambios bruscos de temperatura, consumir alimentos ricos en vitamina C, abrigarse bien, tener buena conducta respiratoria (toser en el ángulo del codo o en un pañuelo y desecharlo inmediatamente), entre otras.
“Todas estas medias son efectivas para evitar todos los virus respiratorios que se incrementan en esta temporada invernal”, concluyó.