Notas

Los gobiernos populistas rechazan el periodismo profesional

En el marco de la Décima Segunda Semana Académica: “Política y desarrollo social en tiempos de contingencia”, de la FCPYS se llevó a cabo la conferencia “Comunicación política en tiempos de la 4T”, impartida por la Dra. María Cristina Tamariz.
La conferencista mencionó que el populismo en la cuarta transformación defiende a un líder nacionalista iluminado que habla y decide por el pueblo, minimiza la separación de poderes, la independencia y legitimidad de la prensa libre.
El populismo reivindica el monopolio moral de la representación del pueblo real. En la política no se limita a ser expresiones del pueblo, sino del verdadero “pueblo”. Sus opositores no forman parte, son aliados de las oligarquías, las castas y las elites.
El populismo resulta particularmente atractivo para sectores que se ven a sí mismos excluidos del sistema político, y no representados por las instituciones democráticas existentes. La gente se siente atraída porque en la mayoría de los casos, los partidos populistas son los partidos de la crítica.
La historia de esos regímenes muestra que pueden convertirse en “democraduras”, una dictadura de los elegidos. Con modificaciones constitucionales para poder renovar los mandatos presidenciales ad infinitum.
Los gobiernos populistas asumen que gobernar es comunicar. Su gran promesa es “dar voz a los que no tienen voz” y cambiar las bases de la comunicación. Prioriza la palabra presidencial como punta de lanza en el conflicto permanente con medios opositores por la construcción cotidiana de la narrativa.
El populismo rechaza la idea del periodismo profesional, concluye que sus normas e ideales son burdas mentiras, pretensiones que oculta las motivaciones reales de los medios periodísticos: los intereses económicos y políticos de sus dueños.
La ponente señalo que frente al periodismo profesional el populismo defiende la necesidad de un periodismo identificado con el gobierno y el “pueblo”. El periodismo militante se orienta a las noticia oficial y la agenda presidencial, así mantiene intacta la cultura dominante del periodismo de palacio.

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