Ante el hecho de vivir durante el proceso de una pandemia ocasionada por COVID-19, surgen varios mitos en relación a la lactancia materna, motivo por el cual la Secretaría de Salud de Gobierno del estado de Chihuahua refuerza sus actividades de concientización y orientación sobre esta noble e importante actividad.
La leche materna es considerada una de los alimentos más importantes en los primeros años de vida del bebé, ya que este tiene un efecto protector al reforzar el sistema inmunológico para el recién nacido.
Además aporta nutrientes, necesarios para un sano crecimiento y desarrollo, y crea un vínculo afectivo con la madre.
Por lo anterior, la dependencia estatal ha reforzado sus actividades para incentivar y culturizar a las mujeres que acaban de ser mamá o que se encuentran en etapa de gestación a realizar esta práctica.
Actualmente existen “recomendaciones” sin fundamento médico y basadas en creencias populares, que provocan desinformación, miedo y abandono de la lactancia.
Uno de las creencias erróneas que se tiene, es que si la madre está enferma por alguna enfermedad infectocontagiosa, ya no puede amamantar a su hija o hijo, lo cual es completamente falso, ya que la enfermedad no se contagia por la leche. Solo se recomienda mantener medidas de prevención, como el lavado de manos, uso de cubrebocas en la madre y estar en un área limpia.
Otra creencia es que la leche de fórmula es igual a la de la madre, lo cual es incorrecto, ya que el producto materno contiene más del triple de sustancias benéficas, diseñadas específicamente para las necesidades infantiles.
Existen muy pocos casos en los que una mujer, por razones fisiológicas, no puede producir la suficiente leche materna, por lo que se recomienda acudir a un centro de salud para resolver cualquier duda y no dejarse llevar por creencias populares o abandonar el intento de lactar.
Es errónea también la creencia de que después de los seis meses la leche materna pierde su valor nutritivo, puesto que sigue siendo fuente de energía, proteínas, vitaminas y minerales de fácil absorción; no tiene fecha de caducidad y les protege contra infecciones diarreicas y respiratorias.
Algunas madres creen que al regresar a trabajar deben interrumpir la lactancia, sin embargo, pueden extraer la leche en horario de trabajo y guardarla en frascos de vidrio sellados al vacío, para suministrarla en biberón. La ducha diaria es más que suficiente para la limpieza del pezón, y en caso de irritación o agrietamiento de éstos, solo es necesario aplicar la misma leche materna para que sanen.
Si el bebé tiene diarrea hay que ofrecerle el pecho más seguido para que no se deshidrate, y si lo rechaza, puede extraerla y dársela poco a poco, con una cucharita limpia o una taza; así como reforzar la hidratación con suero oral, según su edad e indicaciones médicas. La causa más frecuente de diarrea es la falta de higiene en el hogar o de las manos. Otros factores son el uso del biberón y la introducción temprana de alimentos diferentes a la leche materna.
La alimentación con pecho cuando él o la bebé sufre un episodio de diarrea aguda no está contraindicada, por el contrario, es beneficiosa, ya que aporta nutrientes, factores de defensa y otras sustancias que contribuyen a la recuperación de la mucosa intestinal y a mantener un estado nutricional adecuado.
La leche de la madre se adapta constantemente a las necesidades nutritivas, ya que modifica su composición a medida que avanzan los días: El calostro o “primera leche”, se produce en los primeros 4 a 6 días del nacimiento; tiene un alto contenido de sustancias que protegen al organismo de infecciones.
Leche de transición: presente entre el día 6 al 15 luego del parto, aumentan las concentraciones de grasa, lactosa (proteína de la leche) y vitaminas. La leche madura: se produce desde el día 15 hasta el final de la lactancia, es rica en carbohidratos, proteínas, grasa, vitaminas y minerales en las concentraciones requeridas por el lactante.