El Juglar de la Red
Por: Rafael Cano Franco
Se ha vuelto una constante para el presidente Andrés Manuel López Obrador decir que la pandemia fue “domada”, que la “curva se aplanó”, que podemos salir a nuestras actividades cotidianas y que nada debemos temer porque el sistema de salud está preparado para atender a quienes se enfermen de coronavirus.
La realidad es muy diferente a como nos la pintan las autoridades federales, pero no les queda más que mentir con sus datos para tratar de paliar los efectos negativos que la pandemia ha generado en la imagen del Presidente y la visión de incompetencia que se tiene de su gobierno.
Las mediciones de opinión de diversas casas muestran que siete de cada diez mexicanos consideran equivocada la estrategia que asumió el gobierno federal; también opinan que no se tomaron las medidas preventivas para evitar se saturara el sector salud y esos mexicanos tienen la certeza de que además de una mala atención en salud al coronavirus, eso se extendió a personas enfermas de otras causas que también fueron afectados porque nunca se les consideró al momento de reconvertir hospitales.
Pero para el presidente López Obrador y sus empleados en el sector salud, como el subsecretario Hugo López-Gatell, la pandemia es un excelente pretexto para hacer política y en ese punto han creado el semáforo epidemiólogico que sirve de poco a la sociedad, pero es muy útil para los fines políticos del presidente.
Desde que apareció el semáforo epidemiológico no hubo lógica en sus colores: estados en naranja que hervían de casos de contagios, otros en rojo pero con menos casos y un aparente control de la pandemia; de pronto los rojos pasaban al naranja sin una disminución de casos.
El semáforo epidemiológico se convirtió en un instrumento político: entidades con gobernadores “rebeldes” a la 4T no salían de estar en rojo; el semáforo cambiaba para aquellos que se han mostrado “dóciles”, sin importar los casos de covid-19 que se detectaban a diario o dejando de lado la saturación hospitalaria.
Y es que mantener una entidad en rojo significa suspender actividades económicas, eso deriva en el cierre de empresas y por tanto en desempleo, todo eso incrementa la inseguridad pública al tiempo que incrementa la presión social y política para el gobernante.
Estar en semáforo rojo es tanto como estar castigado; eso lo entendieron los gobernadores del PAN –salvo el de Chihuahua, Javier Corral—quienes se organizaron y como medida de presión solicitaron la renuncia del subsecretario López-Gatell.
El semáforo también cambia a conveniencia del Presidente López Obrador; si hay gira presidencial por algún estado en rojo, se hace el cambio a naranja y eso abre la opción de visitar esa entidad sin violentar el semáforo.
Sonora es uno de esos casos; con más de mil casos detectados el fin de semana, con un centenar de muertos y con una de las letalidades más altas en el país, siendo el estado fronterizo con mayor incidencia de casos está en naranja porque el presidente visita la entidad a media semana y ese color justifica que pueda realizar su gira.
Es una gira que no puede posponerse pues presupone un evento político importante.
El motivo de la gira es atender temas de seguridad pública en Cajeme, se hace acompañar del secretario Alfonso Durazo Montaño y este a su vez es el delfín presidencial para la candidatura al gobierno de Sonora el 2021.
A pesar de la grave situación de salud, como la visita presidencial implica un eventual “destape”, eso determina que a pesar del incremento de contagios y los muertos que se acumulan, la gira se lleva a cabo con un semáforo naranja que solamente expone más a la sociedad porque avala movilidad, apertura de negocios de manera temporal, sin importar que para el lunes nos devuelvan a nuestra realidad que debe ser el rojo.
Mantener el semáforo en el color que más convenga a la 4T puede ser irresponsable, perverso y hasta criminal, todos sabemos que el único color que existe en el gobierno federal es que el Presidente López Obrador dice.