Por Rafael Cano Franco
Siempre ha sido un problema gobernar, pero se complica mucho más en la pluralidad actual: cuando el gobierno es asediado por rivales políticos, acicateado por problemas, cuando debe enfrentar crisis y ofrecer resultados; para enfrentar con éxito todo eso existe la llamada gestión de gobierno.
La gestión de gobierno es una herramienta que conjuga liderazgo, comunicación, gestión política y recursos presupuestales para enfrentar una situación de emergencia; pero en México se olvidaron de ella o la desconocen.
Los efectos de la falta de gestión de gobierno son muy evidentes en el tratamiento que se ha dado a la pandemia:
En el aspecto comunicativo han sido fatales: tienen cuatro meses anunciando el “aplanado” de la curva de contagios y lo que el ciudadano ve es un aumento; no existe coordinación en los actores principales que operan la comunicación de la pandemia: un día López Gatell declara una cosa y luego lo contradice el Presidente; mientras que el Subsecretario de Salud recomienda determinadas medidas de protección al ciudadano, el presidente López Obrador las contradice y propone todo lo contrario.
En materia política y de liderazgo también hay evidentes fallas y son notorias en los gobiernos estatales que se oponen a seguir las directrices estatales, en no pocas ocasiones los gobernadores, incluidos los de Morena, se han manifestado en contra de las medidas dictadas por el gobierno federal para atender la pandemia. Cuando los aliados se muestran reacios al apoyo, significa que nunca se hizo la labor de convencer y todo fue un intento de imposición, las expresiones de rechazo de los gobernadores de Morena a las medidas contra la pandemia, es una manifestación que el rechazo y la desorientación es real y no producto de la intriga política.
Los Gobernadores han expresado su desacuerdo a los constantes cambios en la estrategia para combatir la pandemia, no son actores a los que se les considere y eso determina su oposición; las decisiones centrales si un liderazgo efectivo y una acción política de concertación terminan por ser rechazadas y cuestionadas en público.
Una eficiente gestión gubernamental también tiene como característica el uso correcto de los recursos presupuestales; en medio de la pandemia de salud más impactante en cien años, el gobierno de México determinó recortar el presupuesto destinado a la salud; con más de 40 mil muertos por covid-19 la prioridad siguen siendo las obras faraónicas y lo peor es que la inversión que no hace el gobierno federal, tampoco la pueden hacer los estados porque les recortaron las aportaciones de dinero.
La gestión de gobierno no busca la aprobación unánime de las decisiones, pero sí requiere de consensos mayoritarios para generar la percepción de avance y trabajo coordinado.
Si no hay gestión gubernamental, lo que sucede es lo que ahora vemos: descoordinación en las acciones, mensajes equivocados y opuestos, caos, bandazos en las decisiones, rebelión de otros actores y renuncias de los colaboradores.
Cierto es que el ejercicio del poder desgasta, pero es más acelerada la erosión cuando se carece de una eficiente gestión gubernamental.
Lo vemos con claridad en el mal manejo que se ha hecho de la pandemia, pero está presente en muchas otras decisiones.
En las versiones encontradas entre Fiscalía General de la República y el presidente López Obrador; mientras que AMLO dice que Emilio Lozoya ya declaró y mencionó a políticos inmiscuidos en actos de corrupción, la FGR lo desmiente diciendo que no ha presentado declaración.
Es tan evidente la mala gestión gubernamental que el Secretario de Seguridad, Alfonso Durazo no pudo confirmarle al presidente López Obrador, cuando le preguntó en Colima
si Emilio Lozoya estaba en un reclusorio o un hospital y optó por sugerir preguntara a la FGR.
La falta de gestión gubernamental y la imposición de ideas determinaron que funcionarios como Carlos Urzúa renunciara a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público; que Germán Martínez Cázares dejará el IMSS; que Javier Jiménez Espriú terminará renunciando a la SCT.
La incapacidad de la gestión gubernamental, que debería ser parte de la política interna y por tanto un paquete que le toca a la secretaría de gobernación, Olga Sánchez Cordero, se evidenció en la derrota que sufrió en la Cámara el intento de control que pretendía Morena del INE.
Los clásicos dirán que la gestión gubernamental es el llamado “oficio político”, es eso y mucho más; una eficiente gestión gubernamental ofrece espacios para lograr acuerdos de gobernabilidad, pero también generan condiciones de gobernanza.
Hoy la gestión gubernamental se cambió por la imposición, el cabildeo y la negociación por el autoritarismo y el ejercicio del gobierno por un plan de campaña electoral.