Columnas

GUÍA MORAL ANTE LA POBREZA

Abel Alcalá H.
El tema de la pobreza es tan viejo como la misma humanidad y la explicación es que en la misma naturaleza de cada ser humano están impresas sus facultades en potencia y el desarrollo y actualización de sus facultades dependerá de las condiciones específicas que lo envuelvan o acompañen a cada persona humana ya por su familia, ya por la comunidad y ya por el estado.

La desigualada o las diferencia de cada persona humana respecto a sus semejantes es imborrable, pues no nos fabrican en serie, venimos de la unión de dos seres humanos, hombre y mujer, donde cada uno de ellos aporta lo material (célula) para que con el soplo divino sea concebido otro ser de la especie homo sapiens.

Gracias a esa diferenciación innata de los seres humanos se dan la gran riqueza de pueblos que con sus respectivas características pueblan el planeta tierra.

Cada pueblo ha tenido su particular desarrollo lo que le ha permitido crear diferencias claras y especificas con relación a otros pueblos; las causas que generan esa diferencias son naturales y artificiales, las primeras tienen que ver con las condiciones de la fortaleza del pueblo, las condiciones del ambiente y la organización de la comunidad y las artificiales se deben a la cultura y civilización que ha desarrollado ese pueblo para garantizarse su subsistencia, desarrollo y progreso.

No siempre las condiciones del ambiente son favorables para que cada pueblo pueda vivir de conformidad con su dignidad; siempre están presentes las calamidades naturales, las enfermedades, las guerras, las discordias internas, etc.

Son precisamente las luchas internas entre los hombres de esos pueblos por el poder las que producen muchas injusticias, agravios, atropellos, despojos y violencia sobre los derechos naturales de donde emanan los derechos humanos.

Precisamente para garantizar que ninguna persona humana viva por debajo de su dignidad es que se han creado muchos instrumentos comunitarios para ayudarse mutuamente y a eso le llamamos solidaridad, caridad o amor.

Por lo anterior es bueno que entre los pueblos y entre los mismos integrantes de cada pueblo haya una guía moral para evitar la pobreza, la miseria, la injusticia y la violencia sobre los derechos de todos y cada uno de las personas humanas.

La Doctrina Social de la Iglesia nos ofrece su sabiduría milenaria: sus principios de reflexión, los criterios de juicio y las directrices de acción para saber cómo guiarnos ante los semejantes en estado de miseria: “Si hay junto a ti algún pobre entre tus hermanos.. . no endurecerás tu corazón ni cerrarás tu mano a tu hermano pobre, sino que le abrirás tu mano y les prestarás lo que necesite para remediar su indigencia”.

Es tarea de todos los que pertenecemos a una comunidad cuidar esta sentencia: No permitir que sean conculcados los derechos de los pobres, de los pequeños y de los débiles”.

También la guía no invita a: “Atender no solo la pobreza material, sino la pobreza espiritual y cultural”. Sabemos que un pueblo como una persona humana que son ignorantes son muy vulnerables y de fácil abuso.

Como comunidad debemos priorizar las acciones públicas y privadas para evitar y sacar de situación de marginación a personas en lo individual y a las familias. Recordar que además de las obras de misericordia, son más la veces que simplemente hacemos justicia con los marginados cuando les damos lo que les es indispensable para vivir dignamente.

La invitación es para todos aquellos que estén en condición de ayudar al prójimo ya de manera privada o pública lo hagan practicando la virtud social de solidaridad, la cual reconoce la igualdad de todos en dignidad, de poseer derechos naturales y ser tratado con justicia para no estar en estado de miseria, marginación y menos de explotación.

El lector dice la última palabra.

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