Entre chantaje y burla sonó el pataleo de Andrés Manuel López Obrador, quien ante la falta de argumentos para responder a la crisis del coronavirus y la indolencia con la que se ha conducido, soltó que “si quieren adelantamos la revocación de mandato”.
Como si la crisis de la pandemia fuera un simple juego de política, el presidente responde a las críticas que ya le llegan por todos lados, no solo en su propio país, sino de toda el orbe.
Incluso pidió que se trabajara una reforma para adelantar las fechas de la revocación de mandato, la cual está fijada para el 2022, ya que ni sus propios diputados y senadores lo respaldaron de que fuera junto con las elecciones del 2021.
Rápidamente, el PAN le respondió al presidente que calmara sus ansias y mejor se pusiera a trabajar, como corresponde, para atender debidamente la crisis tanto en lo económico como en la salud.
Lo resaltable, es que ninguno de sus esbirros, vaya, ni siquiera su incondicional Porfirio Muñoz Ledo, ni Monreal, ni la Yeidcol, abrieron la boca para defenderlo, solo la oposición saltó a atajar inmediatamente que su loca idea se pueda llevar a cabo.
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Poco a poco y lamentablemente, conforme se incrementa la cifra de muertos, la verdadera actuación del presidente Andrés Manuel en torno a la pandemia del coronavirus.
Escudado en la emisión diaria de cifras y más cifras y un sinfín de datos técnicos, el presidente sigue dando la vuelta a las medidas emergentes que pudieran cortar de tajo los contagios; en cambio, quiere ya volver todo a la normalidad y comenzar a repartir sus lastimeros abrazos.
El número de fallecimientos ayer llegó a 486 y los contagiados a 6 mil 297.
Según sus propias autoridades de salud, la realidad de los contagiados pudiera llegar a ser de al menos 50 mil, que son los que no han acudido a los hospitales ni han manifestado sintomatología, pero que en cualquier momento pudieran colapsar las unidades médicas.
Algunos, como Diego Fernández de Cevallos han calificado como criminal la actuación del presidente López Obrador, quien –señala—a todas luces está minimizando la situación y está dejando en segundo plano a las víctimas.
Desde las primeras muertes en México por la letal pandemia, el presidente prefirió mantener su agenda de viajes y repartiendo abrazos, en lugar de poner a atender como obligaba y obliga, la crisis que se avecinaba.
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Al PRI Estatal le crecieron los enanos en Parral y la que pagó el pato fue la dirigente estatal del Movimiento Territorial, Kenia Durán, quien además de agredida, fue detenida por la Policía Municipal.
La también delegada del PRI en la tierra del Caballo Lozoya, intentó ingresar a las instalaciones del Comité Municipal, ya que tiene la encomienda de llevar a cabo la renovación de la dirigencia en ese municipio, pero fue recibida a gritos y empujones.
Tras la zacapela, llegó la policía municipal y sin mediar la consabida diplomacia, detuvieron y esposaron a la dirigente, así como a su agresora.
Desde la capital del estado, el dirigente estatal Omar Bazán, condenó los hechos y acusó que hay personas externas que pretenden desestabilizar al partido y además que el hecho fue un descarado ataque.
Pero la prueba de que le crecieron los enanos fue confirmada por el propio dirigente, al vincular el ataque con el proceso de renovación de dirigencias que está llevando a cabo en todo el estado.
Lo malo es que no son tiempos para andarse enfrascando en estas zacapelas, sino en mantener la unidad, porque de nada les servirá ganar dirigencias si no queda nadie a quien dirigir.
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Hablando de elecciones y pretenciones, la alcaldesa capitalina, María Eugenia Campos, se pronunció en contra de una posible reforma electoral que incluiría elecciones primarias. Simplemente las calificó de anticonstitucionales.
La alcaldesa se está curando en salud porque por lo pronto no se moverá ninguna reforma ni ninguna tarea legislativa, porque los diputados fueron los primero en poner pies en polvorosa en cuanto se decretó la cuarentena por el coronavirus.
Pero bien hace en poner el dedo en la llaga por si a los legisladores se les ocurre salir de la ratonera para hacer algo impensado, por ahora, como eso.
Casi casi decía que por no dormirse en sus laureles. La verdad es que a pesar de la cuarentena se mantiene con un ojo al gato y otro al garabato.