Columnas

Sigue en picada popularidad de El Peje

Todavía no cumple el primer año y ya cayó 20 puntos en las encuestas. La razón: gobernar desde “Las mañaneras”.

Aunque Andrés Manuel López Obrador ganó las elecciones con el 85 por ciento de los votantes, tras los primeros meses de asumir la presidencia comenzó a disminuir rápidamente su popularidad, consecuencia natural de su ejercicio de gobierno.

De acuerdo a la encuestadora Mitofsky, al cumplirse los primeros siete meses de su mandato, el primero de julio, ya la aceptación de la gente bajó al 60 por ciento. Muchos lo ven como algo muy positivo, otros con una gran preocupación.

Quienes lo ven positivo, lo comparan con la popularidad que alcanzaron tras el primer semestre los gobernantes anteriores: Enrique Peña Nieto, Felipe Calderón, Vicente Fox, Ernesto Zedillo y Carlos Salinas. Obvio es hacer notar que no puede haber tal comparación, ya que salvo los casos de Fox y Zedillo, quienes alcanzaron más del 50 por ciento de votos y en su caso fueron de menos a más, el resto no generó sino lástimas en el gobierno.

En el caso de Andrés Manuel, las últimas encuestas siguen señalando que el 85 % de quienes votaron por él hace un año, siguen apoyándolo.

Según refieren las encuestas, tiene un 60 % de aceptación a un año del triunfo electoral. Recientemente, el periódico El Financiero publicó un estudio basado en encuestas, en el que indicó que en diciembre de 2018 tenía un 77 % de aprobación, pero en febrero tuvo un pico del 83 %.

Después de eso comenzó la pendiente: en marzo bajó a 78 %, en abril era del 70 % y ya en junio apenas 66 por ciento % aprobaban sus acciones. Aunque hay que decir también que en las encuestas apenas 32 por ciento dice que desaprueba su trabajo.

Otra encuentra de Mitofsky, pero esta publicada en El Economista, reiteró que la aprobación hacia el presidente era del 60.8 % y la desaprobación había crecido a 36.7 %; para el 1 de julio, justo a un año del triunfo, el índice de desaprobación llegó al 38.6 %.

Muchos atribuyen como principales razones del desencanto nacional hacia su presidente, a que gobierna desde las famosas conferencias de prensa conocidas como “las mañaneras”, desde donde dicta, quita o modifica las políticas públicas; acusa, enjuicia, aprueba o desaprueba, sin ningún fundamento, sin ningún documento o argumentación, solo su estado de ánimo.

Había una frase que solían decirle sus detractores a Felipe Calderón, que le acoplaron cuando él dijo en alguna ocasión que “vamos por buen camino”, a lo que los enemigos políticos le acomodaron: “al precipicio”.

Ojalá no se convierta en un proverbio.

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