Por Rafael Cano Franco
México está partido
El domingo, ciudadanos de todo el país salieron a las calles para protestar por lo que consideran un gobierno fallido en el cumplimiento de sus promesas y por estar generando un entorno de desánimo social, destructivo para las instituciones, lesivo para la economía e inefectivo para atacar los graves problemas que afectan directamente al ciudadano: la inseguridad y la mejora en sus servicios de salud.
No puede soslayarse que la sociedad se organice y salga a la calle a protestar contra el Presidente López Obrador, justo a un año de su elección; menos cuando se trata de la segunda protesta organizada y con un crecimiento real en el número de manifestantes.
La protesta de los millones de ciudadanos en todo el país tiene elementos justificados para que salgan a la calle: el ataque a la corrupción solo figura en el discurso de Andrés Manuel López porque en la realidad parece que pactó con la llamada “mafia del poder” y la mejor prueba es el contrato millonario que CFE acaba de otorgar a una de las empresas donde Raúl Salinas de Gortari es uno de los socios principales.
Pero igual porque el discurso presidencial se distancia constantemente de lo que espera recibir el pueblo: ofreció un gobierno para la gente y la afectó cuando retiró los recursos para tratar enfermedades como el cáncer o canceló el dinero para estancias infantiles.
Ofreció vender un avión presidencial que sin usarse sigue constándole al pueblo de México, que no puede vender porque no le pertenece; canceló el nuevo Aeropuerto y la proyección dice que esa decisión costará más de 150 mil millones de pesos, anunció que con reconstruir el aeropuerto de Santa Lucía sería necesario, pero al paso de los días el proyecto fue aumentado en la inversión –ahora ronda en los 160 mil millones de pesos—y no se puede construir porque no existen los estudios que avalen no hay impacto ambiental –que sí lo hay—y no se invirtió nada en el “viejo” aeropuerto “Benito Juárez”; en síntesis nuestros problemas de conectividad y capacidad aérea solo se incrementaron.
Pero más allá de esos problemas de índole nacional, la marcha de protesta contra el líder de la 4T también se significó por el reclamo ciudadano ante la no solución de problemas locales, particularmente en lo relativo a la inseguridad pública, manifiesta a plenitud en el incremento del número de crímenes dolosos, casi 10 mil en lo que va de este año, un aumento del cien por ciento respecto al año anterior, con Peña Nieto en la Presidencia de la República.
Y más allá de los descalificativos que salen del gobierno federal para quienes protestan, la realidad es que la marcha tiene ingredientes puros de ser organizada por los ciudadanos, con partidos políticos excluidos o minimizados en su presencia, incluso cuando el ex presidente Vicente Fox Quezada se quiso unir a la marcha de protesta en León, Guanajuato, fue expulsado por los participantes quienes se negaron a tenerlo como integrante de la protesta.
Y así como los ciudadanos marchan para expresar sus protestas contra el Gobierno Federal, Andrés Manuel López Obrador y la 4T tienen su propia versión de la situación, aunque todavía no pasan de ser anuncios sin concreción.
Para ellos hay inercias que no se pueden romper de un día para otro –aunque con soberbia anunciaban cambios desde el primer día de gobierno–, la curva de aprendizaje todavía es un proceso lento y doloroso que muchos funcionarios no acaban de superar, están tratando de limpiar “el cochinero” que les dejaron, aunque previamente aceptaron que todo estaba bien.
Desde la Presidencia de la República se habla de resultados en torno a que se redujo el “huachicoleo”, sin embargo eso no tiene sustento en la realidad; se habla de los tres grandes proyectos de inversión: El aeropuerto de Santa Lucía –detenido por mandato judicial–; el Tren Maya, que no puede iniciar porque no tiene los proyectos de impacto ambiental ni los recursos para sacarlo adelante y la refinería de “Tres Bocas” un proyecto del gobierno federal a construirse en tres años y con un costo de 8 mil millones de pesos, pero que ninguna empresa de las que el propio gobierno invitó a participar se atrevió a tomar porque ni el plazo de construcción, ni el costo del proyecto van acordes a la realidad.
López Obrador puede presumir que de sus dos programas sociales insignias: “Jóvenes construyendo el Futuro”, que implica entregar dinero a jóvenes estudiantes y otorgar becas a aquellos que no estudian y que tienen una ocupación temporal en alguna empresa; además del apoyo mensual para adultos mayores, el problema es que ambos programas no son trasparentes y hay muchas inconsistencias en las entregas del dinero, porque llega un mes y luego dos no.
También presume la creación de la Guardia Nacional, un cuerpo de seguridad que no tiene forma y no se construyó con los estándares requeridos para atender la grave crisis de inseguridad pública, pero que además ya desvirtuó su función al convertirse en una extensión de la patrulla fronteriza de Estados Unidos.
Son dos visiones de México. ¿Usted con cuál de ellas se queda?
Rafael Cano Franco es reportero y conductor de noticias, también preside el Foro Nacional de Periodistas y Comunicadores A.C.