Por Rafael Cano Franco
México: candil de la calle, oscuridad de la casa
Durante el gobierno de José López Portillo se tomó la decisión de apoyar al recién llegado “Sandinismo” al poder en Nicaragua; El Ejército Sandinista de Liberación Nacional y su líder, Daniel Ortega, habían derrotado al gobierno dictatorial de Anastacio Somoza y con eso llegó el comunismo a ese país centroamericano.
El gobierno mexicano, simpatizaba con ese tipo de regímenes y José López Portillo no dudó en acordar enviar petróleo de México a Nicaragua, para ayudarlos en su transición de dictadura militar a dictadura comunista. Eran aquellos tiempos en los cuales se habían descubierto nuevos yacimientos petroleros en nuestro país, el Presidente López Portillo nos había advertido con regocijo a los mexicanos que “debíamos prepararnos para administrar la abundancia” y con ese recurso del subsuelo los préstamos millonarios llegaron en demasía a nuestro país.
Éramos los nuevos “ricos” del vecindario y la fortuna que nos regaló la naturaleza en forma de petróleo debía servir a otras naciones “hermanas” para instaurar gobiernos democráticos; para disfrazar los millones de barriles de petróleo que mandábamos regalados a Nicaragua, ellos se comprometieron a pagarnos con sanitarios, con millones de sanitarios…pero nunca llegó uno.
Pero detrás de ese apoyo también subyacía una especie de “sacarle la lengua” al gobierno de Estados Unidos, era la forma como el gobierno de México mostraba su “rebeldía” a las políticas de USA con respecto a los países centroamericanos donde los comunistas buscaban el poder a través de la creación de movimientos guerrilleros. El gobierno de México hacía las veces de “Hermano mayor” y apoyaba a esos gobiernos, aunque las carencias en nuestro país eran enormes.
Hace unos días, el presidente Andrés Manuel López Obrador entregó un apoyo de 30 millones de dólares –serán cien mdd en total—al gobierno de El Salvador, van destinados a un programa denominado “Sembrando Esperanza” y con eso se pretende arraigar en sus lugares de origen a salvadoreños que son potenciales migrantes a Estados Unidos.
Esos primeros 600 millones de pesos salen del dinero de los contribuyentes y bien pudiera ser parte del acuerdo con Estados Unidos para arraigar centroamericanos en sus lugares de origen, pero se han vuelto un oprobio por las condiciones económicas y la amenaza de recesión que recorre la economía mexicana.
Hoy ya no tenemos petróleo, la generación de empleos cayó a sus niveles históricos más bajos el mes pasado; las decisiones del gobierno federal de cancelar obras de gran impacto y realizar otras que no tienen sustento económico ni legal, han generado incertidumbre en los inversionistas; las predicciones de crecimiento económico para el 2019 han venido a la baja, las calificadoras han reducido sus calificaciones de riesgo para México y hay todavía 30 millones de mexicanos que deben sobrevivir con apenas 17 pesos al día.
Esos primeros 600 millones de pesos (30 millones de dólares) son entregados a El Salvador al mismo tiempo que en México se cancelan los recursos presupuestales para estancias infantiles, se elimina el presupuesto para enfermos con cáncer, se reducen al mínimo histórico las asignaciones de dinero para ciencia y tecnología, Pemex –uno de los principales generadores de divisas– viene a la baja en sus proyecciones financieras y la obra pública del gobierno federal es inexistente; son los motivos que llevan a criticar esta decisión de convertirnos en “candil de la calle y oscuridad de la casa”.
Es verdad, el régimen priísta de López Portillo es un antecedente de como los gobiernos de México regalaron lo que no les pertenece; el apoyo a Nicaragua fue oprobioso porque se le daba un tanque de oxígeno a un grupo de guerrilleros que asaltaron el poder y la guerrilla de 12 años que promovieron dejó en ruinas a su patria; pero al menos, con un poco de más oficio político, el régimen de López Portillo le dio un cariz de dignidad al disfrazarlo de rebeldía contra Estados Unidos.
Hoy, los 30 millones de dólares, no solamente salen de unas arcas nacionales que le niegan dinero a los proyectos que generan progreso, recursos que se quitan a la salud y la seguridad social, lo más triste es que van como respuesta a un acuerdo de arraigo con Estados Unidos.
Así estamos pagando el muro y eso es indignante.
Rafael Cano Franco es reportero y conductor de noticias, también es presidente del Foro Nacional de Periodistas y Comunicadores A.C.