Columnas

El arte de culpar a otros

El Juglar de la Red

Por Rafael Cano Franco.

La presidencia de la República se ha vuelto experta en el arte de culpar a otros de sus propios errores; no son pocas las veces que el presidente Andrés Manuel López Obrador desmiente anuncios que hacen sus propios funcionarios y luego culpa del escándalo que arman socialmente esos anuncios a los enemigos del régimen.

Hace una semana, Arturo Herrera, Subsecretario de Hacienda afirmó en un congreso de Legisladores que esa dependencia federal analizaba revivir, para el 2020, el pago del impuesto de la tenencia federal.

Un anuncio de esa naturaleza de inmediato impactó en las redes sociales, donde se expresaron todo tipo de negativas para que ese impuesto vuelva a aplicarse, sobre todo en aquellas entidades que lo eliminaron de manera definitiva.

Ante el escándalo generado, López Obrador declaró que no habría tal impuesto y todo hubiera quedado en un anuncio que bien pudo decirse fue mal interpretado por los medios; pero en lugar de eso, el Presidente acusó que ese era un rumor mal intencionado que se generó para causar enojo social, señaló a los partidos opositores como los autores de las versión y terminó aplicándoles el calificativo de “cretinos”.

No es la primera vez que el presidente López Obrador achaca a otros los escándalos que genera su propio gobierno.

El problema es que desde la presidencia de la República se recurra a ese tipo de mentiras como si no existieran testigos de que en realidad son ellos los causantes del problema.

Ante el secuestro y posterior  asesinato del estudiante Norberto Ronquillo, el presidente de la República y la gobernadora de la Ciudad de México, Claudia Sheimbaum, acusaron que la ola de violencia era producto de un complot orquestado por sus enemigos políticos para evitar la instauración de la 4T, para nada aceptaron su responsabilidad y menos consideraron estar fallando en atender el problema de inseguridad pública.

En la 4T no hay autocrítica, tampoco reflexión de lo que se va a decir, simplemente se sigue un cartabón preestablecido donde todo lo malo es generado por una “mafia del poder” que se niega a aceptar una derrota electoral y que opera para hacer que la 4T trastabille y termine por caer.

En este mismo tenor se inscribe el amparo que ganó un grupo de ciudadanos en contra de la construcción del aeropuerto de Santa Lucía y también evitaron se inundara la plancha de lo que era el NAICM que se construía en Texcoco.

López Obrador, por un capricho personal, determinó cancelar la construcción del NAICM y en su lugar inició un nuevo aeropuerto en la base militar de Santa Lucía; el problema es que para Santa Lucía no había el plan de impacto ambiental, no se cuenta con la anuencia de los organismos que regulan la aviación comercial en el mundo; los costos se han elevado constantemente por que aparecieron cerros y panteones de desechos radioactivos que nadie detectó al iniciar el proyecto.

El caso es que tantos yerros dieron los argumentos para que un grupo de ciudadanos, apoyados por organizaciones como la Coparmex, solicitaran a la Suprema Corte de Justicia de la Nación un amparo para detener la construcción del aeropuerto en Santa Lucía y la Corte se los concedió.

La reacción presidencial no fue la de respetar la ley ni acatar el mandato de la SCJN; López Obrador reviró con un fuerte ataque a los ciudadanos que exhibieron sus errores y acusó a la Corte de estar al servicio de los intereses de la “mafia del poder”.

Pero además, en una sobre reacción, el Presidente también anunció que inundaría lo que se había construido del NAICM, esto como revancha contra esos ciudadanos que lo habían derrotado con la ley en la mano y que son los promotores de que siga la construcción del aeropuerto en Texcoco.

Pero, de nueva cuenta, topó con pared y la SCJN volvió de darle un revés a sus intenciones al prohibir cualquier afectación a la obra.

Con esa capacidad que el presidente López Obrador tiene para culpar a otros de los escándalos y errores en los que incurre su gobierno, ahora también volvió a las andadas y despotricó contra ciudadanos y magistrados por los fallos en contra de sus proyectos.

El problema es que la estrategia ya no está funcionándole a López Obrador y la prueba es que sigue cayendo en las encuestas y cada día crece el número de personas que están en desacuerdo con su forma de gobernar.

Al ritmo que va la 4T puede ser flor de un día, y de acuerdo a la costumbre, eso será culpa de los ciudadanos que lo votaron en contra, del “pueblo sabio” que le dio la espalda, pero jamás de él o los suyos.

Rafael Cano Franco es reportero y conductor de noticias, también preside el Foro Nacional de Periodistas y Comunicadores A.C.

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