Dentro del Partido Revolucionario Institucional (PRI), las tensiones generadas en el pasado consejo político nacional de este partido siguen presentes y han generado dos bandos.
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Uno que apoya una votación de todos los militantes y otro busca se mantenga una decisión desde las cúpulas, indicó el diputado federal priísta, Rubén Moreira.
Tras no lograr una definición clara de su proceso interno, el tricolor llegará a las próximas elecciones en junio sin tener un rumbo definido en la forma en que renovará su dirigencia.
Aunque en su consejo político llegó a un acuerdo para hacer por su cuenta la elección para renovar su dirigencia, el proceso dejó más dudas que respuestas, señaló legislador.
Esta semana, el consejo político nacional priísta debatió la respuesta del Instituto Nacional Electoral (INE) ante la petición para que organice su elección interna.
La respuesta, dijo el diputado, los llevó a un extremo en el que tuvieron que rechazar la participación del órgano electoral, en parte por el monto superior a los 240 millones de pesos que representaba el costo del proceso de ser organizado por el INE, y porque “impedía que todos los militantes participaran”, ya que entre los requisitos que puso sobre la mesa el órgano electoral se encuentra una depuración de su padrón de militantes.
“Los procesos electorales en México son sumamente caros y el INE es sumamente caro, además, todos los partidos traen dificultad con su padrón, pero obviamente el que va y vota manifiesta su afinidad partidista y reafirma con ello su pertenencia a un padrón, por esas dos cosas dijimos que no”. indicó.
“El partido está en una crisis muy profunda en muchas vertientes: su resultado electoral del 2018, una dirigencia que no fue electa por la mayoría y que además es la quinta dirigencia en cuatro años”, apuntó el legislador.
Explicó que durante 18 años no se trabajaron en mecanismos institucionales en el partido. Ninguna de las carencias, agregó, se solucionará si no hay una elección abierta en el PRI.
Consideró que uno de los puntos pendientes que debe analizar y definir con claridad el PRI en sus políticas internas, es la relación con el gobierno en turno. Esa posición, dijo, se dificulta más cuando es el gobierno surge del tricolor.
“No hemos podido los priístas entender que el partido sigue una ruta, y el gobierno debe seguir la ruta del partido, y no viceversa. Por lo tanto, en muchas acompañamos a gobiernos que se alejan de nuestros estatutos y nos arrastran hacia prácticas autoritarias y no democráticas, por eso hemos tenido cinco dirigencias en los últimos años, que van como si fuera ensayo y error; no les va bien y los quitan”, indicó.
El PRI tiene cuatro grandes cosas que decidir, explicó: su rumbo ideológico; su relación con el poder incluso cuando sale del mismo partido; la forma de organización interna, y la determinación de cómo deben surgir sus candidatos y dirigencias.
“En un concepto mío, y de muchos otros, todo esto debe ser democrático y consultando a las bases. Hay una fuerte tensión entre quienes piensan que hay que democratizar y los que piensan que se tiene que seguir tomando decisiones desde la cúpula o desde la cúpula de los que fueron autoridad en el pasado”, subrayó Moreira.
Aseguró que en la balanza, hay mucho más militantes priístas que se inclinan por la democracia que por una decisión desde la cúpula partidaria.
Otro de los temas que sigue siendo motivo de discusión entre el PRI, es la elección presidencial.
“Uno de los motivos, y tal vez el más importante, que nos llevó a la derrota estrepitosa, fue abandonar el mandato de nuestros estatutos y virar, en el gobierno, hacia la derecha. Incluso tener candidatos de extrema derecha bajo las siglas de nosotros”, agregó.
La dirigencia actual del PRI concluye su periodo en agosto, mientras que el partido estimaba votar una prórroga y que el INE organizara un proceso interno los primeros días de septiembre. Sin embargo, tras el rechazo del consejo político para que el INE orgenice las elecciones, ahora no está definidas las fechas para la renovación de su dirigencia y su proceso interno.
Fuente: La Jornada