Por Rafael Cano Franco
Opositores sin oposición.
Hace unos días, la gobernadora de Sonora, Claudio Pavlovich Arellano reconoció que la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago), presidido por el mandatario de Campeche Rafael Alejandro Moreno Cárdenas, ha fallado en ser contrapeso de las decisiones que toma gobierno federal y que afecta las finanzas.
Lo anterior es solamente un ejemplo de como en México, la 4T tiene muchos opositores pero no hay una oposición estructurada, capaz de realizar acciones en conjunto y eso determina que exista mucha opinión en contra en las redes sociales, pero muy poca asociación de esas ideas en la cotidianidad.
En una sociedad democrática, las posturas contrarias al gobierno son sanas; no solamente sirven para criticar lo que está haciéndose mal, son un elemento fundamental para generar avances en base a los contrapesos.
Pero para que existe una auténtica oposición, esta debe establecerse en base a un proyecto asociado y no solamente con voces dispersas que piensan y opinan, pero no se cohesionan.
El gobierno de Andrés Manuel López Obrador, indudablemente, tiene un respaldo real de 30 millones de votos, las encuestas que promueve la presidencia de la República, al menos la más reciente, le otorga un 67 por ciento de popularidad; sin embargo no debe olvidarse que el padrón electoral lo integran más de 80 millones de ciudadanos, eso indica que hay 50 millones de mexicanos que no votaron por López Obrador y esa es una oposición que reclama proyecto y liderazgo para presentar un frente sólido en contra de la 4T.
Tradicionalmente en México la oposición se atrincheraba en partidos políticos, con la falta de credibilidad del ciudadano en ese tipo de proyectos; con la mezcla ideológica que llevó a los partidos a perder identidad y con personas y métodos que los alejan de los electorales, en los partidos políticos no hay esperanza de conformar un grupo que genere confianza en el ciudadano.
Los contrapesos institucionales, el Congreso de la Unión y el Poder Judicial, simplemente están coptados o en proceso de serlo.
En las cámaras de Diputados y Senadores, la mayoría aplastante de López Obrador con Morena y sus aliados en la boleta, el Partido del Trabajo y el Partido Estructura Social, además de las alianzas de facto que se han hecho visibles con el Partido Verde y el PRI; así como la migración legislativa que se da del PRD a Morena, lo cual afianza más a López Obrador, indica que el Congreso de la Unión no es un problema para la 4T.
El Poder Judicial está siendo infiltrado lentamente por los amigos y amigas del Presidente de la República y solo es cuestión de tiempo para que tenga ahí otro bastión incondicional.
Del lado de la sociedad civil, descalificada a más no poder por el Presidente López Obrador, las organizaciones se atomizan en defender los espacios que habían conquistado y que de pronto les fueron arrebatados de un plumazo, pero a pesar de lo duro del golpe no son capaces de organizarse para establecer una defensa más amplia y asociarse a otros grupos en igualdad de condiciones.
Por su parte, el empresariado sigue sin poder precisar si van a ser oposición o van a confiar en la palabra del Presidente de la República. Las Cámaras Empresariales están entre intimidadas por la fuerza que muestra en las encuestas el presidente López Obrador y molestos por las decisiones económicas que se han tomado y que los llevan a vaticinar un escenario catastrófico para fin de año.
El empresariado mexicano, al igual que el resto de los opositores no atina a estructurar un frente común para defender la libre empresa, opinan mucho y generalmente en contra de las decisiones gubernamentales, pero accionan poco.
Están también los medios de comunicación, como una herramienta que más allá de ser oposición en el sentido estricto, sí pueden convertirse en la voz crítica que hace visible lo que está mal o los engaños que se fraguan desde el poder.
Sin embargo, tras las descalificaciones a la prensa, los ataques a través de redes sociales y las embestidas directas –como la auditoría al periódico “Reforma”–, amén de que las voces antes críticas ahora son oficialistas, existe un lento proceso para acallar a la prensa como una voz crítica y peor aún, como instrumento de la sociedad para expresar la inconformidad.
Con esas condiciones, la 4T se encamina a gobernar con muchos opositores, pero sin ninguna oposición que le haga contrapeso y eso solamente lleva al autoritarismo porque queda la concepción en López Obrador de que todo es aprobado por las mayorías y entonces no hay necesidad de reflexionar las decisiones y tampoco preocuparse por las consecuencias.
Rafael Cano Franco es reportero y conductor de noticias, también preside el Foro Nacional de Periodistas y Comunicadores A.C.