Por Rafael Cano Franco
La Cartilla Moral de la 4T
En la historia de los gobiernos socialistas hay multitud de ejemplos para documentar los intentos por controlar el comportamiento privado de los ciudadanos; en la China comunista de Mao Tse Tung inventaron el libro rojo; en Libia, bajo el gobierno de Muamar Gadafi, el Libro Verde establecía los parámetros de comportamiento que su régimen prohijaba.
El contenido del Libro Rojo y del Libro Verde, estaba apegado a un control político, era más bien un manual que al régimen le importaba difundir para mantener maniatada a una sociedad que cada vez estaba más inconforme.
En México, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador acaba de mandar imprimir ocho millones de ejemplares de una cartilla moral elaborada por el pensador y filósofo Alfonso Reyes, una obra que fue editada por primera vez en 1952.
La Cartilla Moral de Alfonso Reyes es un documento donde se atienden temas como “La Moral y el Bien”; “el Cuerpo y el Alma”, “Civilización y Cultura”; “Los Respetos Morales”, “Respeto a nuestra persona”, “La Familia”, “La Sociedad”, La Ley y el Derecho”, “La Patria”, “La Sociedad Humana”, “La Naturaleza”, “El Valor Moral”, todo lo anterior elementos que atañen al comportamiento privado de las personas.
La “Cartilla Moral” que promueve el gobierno de López Obrador, va en contra de lo que pregonan las corrientes socialistas, pero también es rechazada por quienes promueven el liberalismo.
En ambos casos, socialistas y liberales, coinciden que dentro de una sociedad las personas rigen su comportamiento íntimo o privado a través de las reglas morales que les han inculcado en su casa o con la influencia de alguna religión; argumentan también que el comportamiento público se rige por las leyes y que es el Estado el encargado de aplicarlas correctamente.
En el caso de López Obrador cuestionan con severidad que su gobierno, calificado como laico es decir donde se respetan todos los pensamientos religiosos sin que el régimen se incline a favor de alguna de esas posturas, pero además con una profunda admiración por Benito Juárez quien separó al Estado de la Iglesia, se haya atrevido a emitir un documento como la “Cartilla Moral”.
El documento que ahora promueve el gobierno de México es rechazado porque, en el caso de Morena, es opuesto a la concepción ideológica que ellos tienen en cuanto a la diversidad sexual, matrimonios igualitarios, definición de familia y comportamiento de la persona en temas como la homosexualidad y las preferencias sexuales y el consumo de drogas.
Los liberales rechazan la Cartilla Moral porque para ellos solamente existe el precepto legal como determinante del comportamiento público; “Si está en la ley es bueno y si no está hay que legalizarlo o prohibirlo”.
El problema es que la Ley no solamente es imperfecta, por sí misma es insuficiente para establecer el control del comportamiento público de toda una sociedad, pero además habría que establecer que ese actuar en lo público deriva de un comportamiento privado.
Un viejo adagio de liderazgo indica: “para triunfar en lo público, primero hay que triunfar en lo privado”, sin ser determinante, lo anterior establece que un buen padre, un buen amigo, una persona con un comportamiento recto en lo familiar, también será un ciudadano cuidadoso del cumplimiento de la ley.
La “Cartilla Moral” emitida por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador no sustituye ni suple la obligatoriedad de cumplir la ley, es solamente un complemento para coadyuvar a tener mejores ciudadanos; formados con valores; es una nueva forma de promover el buen comportamiento y va muy de la mano con el precepto que promueve la Cuarta Transformación donde un ciudadano con valores: no roba, no engaña, no es corrupto, cumple con sus obligaciones ciudadanas y todo eso en conjunto se decanta en una mejor sociedad.
Es una gran apuesta de López Obrador, no solamente por lo ingenua que aparenta ser y porque en una sociedad cada vez más permisiva, los preceptos que legó Alfonso Reyes, parecieron anticuados y de otro momento histórico, aunque nunca como ahora son necesarios.
Pero también es una gran apuesta porque abiertamente contiene elementos no gratos para sus seguidores de izquierda, y aquí veremos si existe congruencia entre lo que se promueve y lo que se legisla; pero también porque los liberales se muestran reacios a aceptar lo que llaman “adoctrinamiento” basado en principios religiosos y valores morales que consideran deben ser promovidos por cualquier otro, menos por el Estado.
Rafael Cano Franco es reportero y conductor de noticias, también preside el Foro Nacional de Periodistas y Comunicadores A.C.