Por: José Luis Domínguez Castillo
Mañana celebran en Estados Unidos y, lamentablemente, en gran parte de México la “tradicional” fiesta pagana del Halloween. Me queda claro cuál es su origen, su fondo y porqué se realiza el 31 de octubre, desde la década de los 60’s…para quienes no creen en ello, solo puedo recomendarles mucho cuidado con sus hijos.
Los chihuahuenses estamos consternados por lo sucedido a la pequeña niña de siete años, Camila. Anoche mismo circulaba en redes sociales y sitios de colegas periodistas, la desaparición de tres hermanitos; al menos no se sabe nada de ellos desde el pasado 19 de octubre.
Padres de familia nos mostramos asustados, frustrados e impotentes porque las autoridades no han hecho lo suficiente para prevenir y evitar atrocidades como la ocurrida a esta indefensa pequeña a manos de un depravado sujeto, a quien atendió su llamado con toda la inocencia de una criatura que desconoce la maldad.
Si eso se perpetró a plena luz del día y en céntricas calles de la ciudad, ¿qué no puede pasar en la noche, con la cómplice oscuridad y la participación de muchos niños y jovencitos que no son acompañados por adultos? Ellos no saben, les llama el interés de recibir dulces y divertirse con sus amigos, pero nosotros tenemos la obligación de cuidarlos…en mi caso no participamos de esa “costumbre”.
Algunos cuestionarán esas celebraciones del “Sabbath” (“fiesta de brujas”) y hasta dirán que el Halloween actual no tiene nada que ver con eso, aparentemente no. Sin embargo, las familias católicas deberían analizar las siguientes preguntas: ¿Aceptarían que alguno de sus hijos, inclusive padre y madre, vistiera una camiseta donde se blasfema contra Dios; le parece bien que sus niños se disfracen como brujas o diablos; dejaría festejarlos una práctica ocultista y contraria a su fe? La respuesta, seguramente es que no.
Es más, alguno pudieran tratar de justificar el Halloween “porque todos lo celebran”. El hecho de que algo negativo sea practicado por la mayoría, o sea una tradición o costumbre, no significa que es lo correcto y –mucho menos- que Dios está de acuerdo o lo pasará por alto porque todos lo hacen.
¿Y qué pasa si alguien participa por ignorancia? Esta pregunta es una triste prueba de que el Halloween ha afectado nuestra sociedad, pues ¿cómo es posible que creamos que una fiesta donde todo gira alrededor de diablos, brujas, monstruos y demonios pueda agradar a Dios?
Porqué mejor no celebrar dignamente el Día de Muertos, esa sí una ancestral tradición popular mexicana que, para ejemplo de muchos, se ha expandido a otras culturas a través de festividades como la que realiza anualmente el Cementerio Hollywood Forever…aunque usted no lo crea.
Agradezco a Dios que mi familia está consciente de todo ello y celebro que a mi pequeño hijo le siguen inculcando en el catecismo esta enseñanza, información que les comparto a título personal en este espacio de Opinión.
Por lo demás, debemos exigir a los gobiernos más atención en su tarea de prevención y protección de sus gobernados, particularmente si se trata de niños, con especial presencia en este y otros eventos donde el peligro los acecha. No queremos más pequeños perdidos, ultrajados y asesinados.