Columnas

A decir verdad; el regreso de la prehistoria

 

Por: Rubén Iñiguez
Sígueme en twitter: @rubengdl

Nuestro país tiene un pasado con mucha tradición y cultura, de la que podríamos sentirnos orgullosos, pero lamentablemente también tiene una historia obscura de la cual no hay muchas cosas de las que podamos presumir.
Antes de la conquista española, nuestros antepasados ofrecían sacrificios humanos a distintos dioses, a los cuales alababan y guardaban especial reverencia. Dicen algunos especialistas e historiadores, que fueron miles o algunos cientos de miles de personas las que fueron ofrecidas en sacrificio.
Algunos antropólogos físicos han analizado de manera minuciosa la forma de vida de nuestros antepasados, y entre los hallazgos encontrados, son restos humanos los cuales fueron víctimas de sacrificio, mismas que presentan diversas marcas de violencia. En dichos descubrimientos, se ha podido determinar el tipo de muerte ritual que sufrieron: extracción del corazón, decapitación, etcétera.
Muchos de estos sacrificios humanos estaban muy vinculados a la guerra entre tribus o comunidades, ya que los antiguos mexicanos no solían matar a sus enemigos en el campo de batalla, más bien procuraban capturarlos incluso entre varios guerreros para, después de rituales complejos, sacrificarlos a sus dioses. Los cautivos eran conducidos a la capital México (Tenochtitlán), donde desfilaban frente al “tlatoani o rey” y luego frente a las estatuas de las deidades principales. Generalmente se quedaban en las casas de los guerreros, donde ayunaban y a veces bailaban junto con sus captores. Al día siguiente el cautivo ascendía los peldaños de una pirámide, en ocasiones por su propia voluntad o si no por la fuerza. Al llegar a la cima, unos sacerdotes lo acostaban en una piedra abombada donde un sacrificador le abría el pecho con un pedernal y luego le arrancaba el corazón para ofrecerlo a los dioses, especialmente al Sol. El cuerpo era bajado de la pirámide en ocasiones para ser comido ritualmente en lo que hoy conocemos como pozole, pero que se consumía con carne humana.
Ahuizotl, hermano de Tizoc, fue rey o tlatoani, alcanzó su fama de sanguinario ya que sacrificó de entre 20,000 y 80,000 cautivos o esclavos durante los cuatro días que duró la ceremonia de inauguración del nuevo templo en la capital conocido como Teocalli o Templo Mayor.
En mi opinión, amable lector, fue la Virgen de Guadalupe quien unió a México en una gran nación. La morenita del Tepeyac, trajo consigo paz y tranquilidad a todas las culturas prehispánicas. La mayoría de nuestros antepasados decidió abrazar el catolicismo como su nueva religión, misma que ofrecía amar al prójimo y evitar se siguieran realizando sacrificios humanos. Además la hispanidad tuvo mucho mayores beneficios que perjuicios para nuestro pueblo.
Agustín de Iturbide, primer emperador en México, quien fue el consumador de la Independencia de nuestro país, instituyó el catolicismo como religión oficial del estado. Años después fue Benito Juárez quien decidió separar a la Iglesia del estado, con las famosas leyes de reforma.
El separar al creador de nuestras vidas, ha propiciado que volvamos a tener revoluciones y conflictos. Comenzamos a matarnos entre nosotros mismos. Además, pareciera que hemos decidido abrazar a nuevos dioses, quizá no son las mismas deidades que la de nuestros antepasados, pero han generado mucha muerte y violencia en nuestro pueblo.
Una nueva representación de deidad es el dinero, a quien le rendimos tributo y pleitesía, además ser capaces de matar o robar por conseguirlo a como dé lugar. Otro es el poder, que es tan adictivo que traicionamos, mentimos, o matamos por obtenerlo; Una más, son las cosas materiales que también se han convertido en una nueva deidad en nuestras vidas, que anhelamos y nos apegamos tanto a ellas, que la mayoría de las veces destruye hasta a las mejores familias por la ambición desmedida de acumular el mayor numero de bienes posible.
Finalmente, y el más peligroso de todos, es el dios de la cultura de la muerte, que ha provocado cientos de miles de abortos en nuestro país, mismos que pareciera se ofrecen en sacrificio a esta nueva representación de deidad. Lo más lamentable de todo, es la poca sensibilidad respecto de este tema que utilizan eufemismos para calmar un poco su conciencia, con frases simplonas como “interrupción legal del embarazo”.
Este fin de semana, salieron a manifestarse en las principales calles de todo el país, más de un millón de personas conocidos como “la ola celeste”, que promueve el salvar las dos vidas, tanto de la madre como la de su hijo en el vientre. Este colectivo encabezado por el frente nacional por la familia, pretende evitar que se legalice el aborto en todo el país. Tanto Olga Sánchez Cordero, próxima secretaria de gobernación de Andrés Manuel López Obrador, como la fracción parlamentaria de Morena, intentan despenalizar la práctica del aborto en todo el país.
La pregunta es, ¿Por qué tenemos una constitución laica, cuando la mayoría de la población en México es católica?, ¿con que objeto ponen un monumento en Guadalajara conocido como “Sincretismo” para rendirle culto a la diosa Cuatlicue a la que se le hacían sacrificios humanos?
¡Quién no conoce su historia, estará condenado a repetirla!

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *