Columnas

Cada vez más decepción, antes de tomar el cargo

Por: José Luis Domínguez Castillo
Muchos se preguntan cómo es que no ha caído el gobierno de Donald Trump, a pesar de los conflictos que ha tenido en su interior, como las acusaciones del FBI por ejemplo. El poder del capital político asociado al poder económico que se le une, integra una buena fórmula muy difícil de ser superada. Y es que el que paga manda; disponer de los recursos económicos acarrea toda clase de fortalezas.
En el caso del sistema mexicano, las cosas se van a seguir dando de la misma forma, no importa quién vaya ahora al poder, por ese silogismo que concluye en que “el que paga manda”. Lo vimos todos hace días, acaba de realizarse una jugada, que dirían los jugadores de billar de tres bandas, al concedérsele la licencia a Manuel Velasco Coello, en su carácter de senador para que vaya a Chiapas y reasuma su cargo de gobernador.
Solo para recordar a los animosos del nuevo gobierno que, el presidente electo Andrés Manuel López Obrador ordenó a sus senadores el movimiento, en un ‘acuerdo’ con los del Partido Verde, para que cinco de sus diputados se unieran a Morena.
Esta jugada es una vergüenza para la política del país, cada vez más empantanada en sus viejos vicios; representa una falta mayúscula de respeto al pueblo, que en su gran mayoría se manifestó en estas pasadas elecciones en favor de la llamada “esperanza de México”.
¿En qué quedamos, por fin? Se votó el 1 de julio por el rechazo al corrupto PRI, esa fue la razón que permeó en el ánimo del pueblo, ya harto de soportar la tiranía de los herederos de Plutarco Elías Calles, el fundador en 1929 del Partido Nacional Revolucionario, el abuelo del PRI. Los seis años de Enrique Peña Nieto sirvieron para desbordar el estoicismo de los mexicanos, los que no se sabe de qué materia estamos hechos, porque soportamos de todo, sin recurrir a una protesta firme y definitiva hacia este abuso cobijado bajo el tinte de un discurso revolucionario, el que de plano se derrumbó con el sufragio de julio pasado.
Sin embargo, en aras de alcanzar la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados, se apoyó la petición de Manuel Velasco, uniéndose cinco legisladores del Partido Verde a la aplanadora de Morena, que capitalizó así las 256 curules. ¿Qué explicaciones se dieron? Las que fueren, que al fin y al cabo, cuando se hacen las cosas en México en materia de este tipo, ya no hay vuelta atrás y se acabó.
Para el mandatario de Chiapas no representa su licencia ningún doblete, considera que es el cumplimiento de un deber para con sus gobernados. Así de fácil se arreglan las cosas entre los poderosos. Entonces, de esta forma López Obrador viene a confirmar la tesis de que así se hacen las cosas en México, de que se trata de la misma gata, sólo que revolcada.
La República ha dado un paso hacia atrás, al presentarse el hecho de la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados; privará la voluntad desde luego absoluta del jefe del Ejecutivo. El tabasqueño ha hablado del respeto total a las decisiones de los poderes, de la armonía y de amor y paz…Todo le funcionó al dueño de Morena, convenciendo a los electores porque estos estaban dolidos con el PRI, al igual que del PAN.
Con esta premisa pronto puede llegar el desencanto, el que ya empezó a surcarse con varias medidas erróneas tomadas, entre ellas la de apoyar a Velasco Coello, aún antes de sentarse en la silla presidencial. Sin una división real de poderes, y en una era de profundísimo corte neoliberal, no se puede entrar a la multi-difundida ‘Cuarta Transformación’. No, así no se puede.

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