Por Rafael Cano Franco
¡¡Yo veo un México…!!
Es muy importante en todo gobierno que apenas inicia, compartir la misma visión de la situación a la que se van enfrentar; si el diagnóstico es negativo es obvio que se debe construir un plan para revertir la situación y mejorar las condiciones; si se valora que hay cosas positivas lo que procede es caminar a partir de ese punto, sin tener que derruir lo que está funcionando.
El problema se presenta cuando las visiones dentro de un mismo equipo no solamente son divergentes, sino que el diagnóstico de la enfermedad y la medicina que debe recetarse no son compartidas por actores políticos que deben estar en la misma sintonía, lo cual de ninguna manera implica que piensen exactamente igual.
Luego del Sexto Informe de Gobierno que presentó el presidente Enrique Peña Nieto, el coordinador de los diputados de Morena, Mario Delgado aseguró que estaban recibiendo “un país en ruinas”, una visión que comparten muchos ciudadanos y legisladores de otros partidos políticos.
Sin embargo, lo que asegura el diputado Mario Delgado, no va de la mano con lo que han
expresado futuros funcionarios del gabinete presidencial, ni siquiera es una visión que comparte el líder del nuevo gobierno, Andrés Manuel López Obrador.
Las “ruinas” a las que alude Delgado forman parte de un discurso de campaña electoral, pero no corresponden a una realidad. Es verdad que México enfrenta problemas de pobreza, desigualdad, falta de oportunidades, una situación económica complicada, hay discriminación y nos afecta severamente la inseguridad pública.
Pero también debe considerarse como cierto que hay avances notables en todos esos temas; incluso reconocidos por quienes entraran a gobernar el 1 de diciembre.
Quizá la inseguridad pública es el problema prioritario a atender, pero desde el momento que fue reconocida la necesidad de seguir con el Ejército y la Marina en las calles porque la Policía Federal no está preparada, se acepta que la estrategia aplicada por el gobierno de Peña Nieto es la correcta.
El propio Andrés Manuel López Obrador viene reconociendo, desde el 1 de julio cuando ganó la elección, que la actitud política asumida por Peña Nieto fue democrática y sin inclinar la balanza a favor de ninguna candidato.
El Presidente Electo viene descartando cualquier crisis política que puedan asegurar sus seguidores; la mejor prueba de ello es la transición “aterciopelada” que se ha venido presentando; la victoria de López Obrador no generó movilizaciones en contra, tampoco se generó miedo en los mercados y socialmente el país se mantiene en calma, se ha reunido en dos ocasiones con Peña Nieto, en la segunda acudieron el gabinete saliente y el entrante y aunque hay evidentes discordancias en temas como el educativo, todo se dijo dentro de un ambiente distendido y con respeto a la divergencia.
En materia económica, debe recordarse que Andrés Manuel López Obrador fue uno de los primeros en festinar los acuerdos comerciales logrados por el equipo negociador en el tratado con Estados Unidos.
Las finanzas públicas tampoco están comprometidas y a pesar de un empréstito millonario que solicitó el gobierno de Peña Nieto, López Obrador no lo cuestionó, probablemente porque en buena medida él usará parte de ese dinero y porque existen los argumentos en las finanzas nacionales para pagarlo sin mayores sobresaltos.
El caso es que más allá de algunas críticas ácidas que se vertieron durante la campaña electoral, el tono y la visión del Presidente Electo cambiaron radicalmente desde que se supo ganador, el problema es que parece que a sus seguidores todavía eso no les queda claro.
Si el Coordinador de los diputados de Morena está convencido de que el “país está en ruinas”, entonces debemos esperar que sus decisiones giren en torno a ese diagnóstico y asuma que todo debe cambiarse, justamente porque está mal.
Pero si es al revés, como lo visualiza Andrés Manuel López Obrador, quien viene citando una situación, si no boyante, no de crisis y menos de ruina, entonces veremos dos visiones diferentes en integrantes de un mismo equipo.
Es importante dirimir cuál de esas dos visiones es la más cercana a la realidad, pero mucho más importante es determinar cuál de ellas prevalecerá; a final de cuentas la prevalencia de una marcará el destino de todos y si el diagnóstico no es adecuado podemos sentir los efectos nocivos de una medicina que no era la adecuada.
Rafael Cano Franco es reportero y conductor de noticias, también preside el Foro Nacional de Periodistas y Comunicadores A.C.