La labor investigadora de Ricardo Cruz García es de reconocer.
Lo anterior debido al tiempo que invirtió para llegar a penetrar en la historia no sólo del periódico Nueva Era, sino del periodismo en general en una época tan importante como lo es el antes, el durante y el después de la Revolución Mexicana.
Cada persona investiga sobre los temas que son de su interés, esta es una válida acción, porque cada uno de nosotros debemos conocer lo que por gusto nos compete y más si se trata de nuestra vocación y profesión.
Abordar cuidadosamente las acciones que se realizaron en un periódico nacional que se echó a cuestas la titánica labor de apoyar y defender el movimiento encabezado por Francisco Ignacio Madero González, en una etapa de la historia mexicana, donde el anhelo de un cambio de gobierno era una necesidad palpable en muchos mexicanos, no constituye otra cosa más que el compromiso con la verdad.
Salvador Borrego sostenía que el periodismo como profesión superior, es aquel que se realiza por medio del carácter y la doctrina, es más subjetivo que objetivo, es el órgano sensorial sociológico al servicio de la colectividad, es el tacto a distancia en el tiempo, que hace consientes para la sociedad los peligros y promesa que se perfilan en el futuro.
Como lo menciona Susana González Reyna y bien lo aborda Ricardo Cruz, cualquier mensaje y especialmente el mensaje periodístico, conlleva siempre, implícita o explícitamente, la intención de influir en las conductas y actitudes de los individuos.
Es por ello que el equipo que conformaba Nueva Era estaba consciente del poder de influencia de las publicaciones y posturas políticas, sin embargo, sin dejar de atender la función principal de un medio de comunicación e innovando incluso con información de diversos estados de la república, el mundo financiero, la notas policiacas, de entretenimiento, deporte, moda, hogar y artes, siempre buscó influir en la opinión pública en favor del nuevo proyecto político.
En una sociedad como la nuestra, la información es un elemento clave para el entendimiento en general. Sin una efectiva y completa comunicación, continuaríamos en una lucha constante por hacer prevalecer las ideas que nos gobiernan de una manera violenta y sin el consenso necesario para convencer y persuadir.
A cada historia es menester conocer el pasado para entender el resultado del presente.
El 17 de febrero de 1908 el entonces presidente de México, Porfirio Díaz, declaraba en una entrevista con el periodista norteamericano James Creelman que México estaba preparado para la democracia.
Díaz manifestó lo siguiente “He esperado pacientemente el día en que el pueblo mexicano esté preparado para escoger y cambiar a sus gobernantes en cada elección, sin peligro de revoluciones armadas, sin atentar contra el crédito nacional y sin estorbar el progreso del país. Creo que el momento ha llegado”.
El oriundo de Coahuila le tomó la palabra a Porfirio Díaz y publicó en 1909 La sucesión presidencial, que sirvió como manifiesto de lucha y mediante el cual se exponían las diversas problemáticas de México.
Rápidamente se organizó el partido Anti reeleccionista con simpatizantes en varios estados de la república lo que causó preocupación en Díaz y es de todos conocido que Madero fue aprendido y llevado a San Luis Potosí.
Nueva Era nació, hay que decirlo con todas sus letras, como un programa político de apoyo a una causa política, el cual consistía en dar voz al nuevo régimen revolucionario, es decir, cumpliendo una función de diario oficialista.
Como parte de los interesantes datos que constatan este trabajo de investigación, se afirma que en 1905 existía un periódico dedicado al tema del espiritismo y del cual Francisco I. Madero era lector recurrente y dicha publicación mensual se llamaba precisamente Nueva Era.
El ejercicio periodístico al inicio del Porfiriato, gozó de una libertad casi irrestricta, pero pronto reflejó el sentimiento social y se presentó en esa tónica de ejercicio combativo que “fue la causa del desprecio de Porfirio Díaz” que a la postre desarrolló la fórmula de menos política y más administración, aunque esto implicara dejar de lado el respeto por el ejercicio periodístico.
En las páginas este libro encontraremos puntualmente descrito, con una riqueza literaria, cómo en las postrimerías del Porfiriato la prensa de oposición representó la aspiración de un cambio en la estructura gubernamental y cómo pasó el Nueva Era de ser un medio imparcial a la función de actor político al convertirse en formador de conciencia de la opinión pública.
Refiriéndonos al tópico literario acuñado por el Inglés Eduard Bulwer, en el que dice que la pluma es más poderosa que la espada, la época revolucionaria confirmó que una de las estrategias de cualquier movimiento, debe ser el contar con un medio de comunicación que permita difundir las ideas, actividades y que coadyuve a la suma de adeptos para el establecimiento de los objetivos planteados.
No era ningún impedimento el no saber leer, ya que los periódicos como el Hijo del Ahuizote, El Diablito Rojo y el Gil Blas plasmaban la realidad que se vivía en aquellos años, su mofa, la sátira y su marcado descontento con el gobierno tomaban mediante la caricatura la representación de la realidad de una manera grotesca y con la habilidad de incomodar a muchos pero también hacer reír a otros. Varios nombres podríamos mencionar entre estos caricaturistas, tales como el de Ernesto García Cabral, Santiago de la Vega o José Clemente Orozco. Hacía falta tener la piel gruesa, al igual que hoy ya que algunas de las caricaturas se metían al terreno personal a tal grado de ofender a la esposa de Madero.
En el desarrollo de la historia, Cruz García expone que se catalogaba como periodismo independiente a todas aquellas publicaciones que no comulgaban con el gobierno de Porfirio Díaz, sin embargo oportunamente se aclara que en lugar de ser periodismo independiente, debiese tratarse como periodismo de oposición.
Jeniffer Dunham en el año 2016 publicó que México era considerado uno de los cinco países en América Latina como no libres para la libertad de expresión, a consecuencia de los grupos criminales, ataques violentos, amenazas y extorciones que se han presentado.
Pero no solo en estos últimos años en México se han registrado las problemáticas de inseguridad para los periodistas, sino también en aquella época revolucionaria donde muchos de los que se oponían a las políticas gubernamentales o de ideología contraria sufrían ataques o tenían como segunda casa las bartolinas, tema que afectó al periódico Nueva Era en los años en que circuló.
La inestabilidad de aquellos tiempos en la que fueron 7 los directores del periódico Nueva Era, entre ellos Juan Sánchez Azcona, Serapio Rendón, Querido Moheno, Manuel Bauche Alcalde, Jesús Urueta, Jesús María Aguilar González y José Quevedo permitió que cada uno de ellos imprimiera los cambios necesarios para el mejor funcionamiento del medio de comunicación.
Los 553 números publicados diariamente, desde su nacimiento como medio, sufrieron las peripecias como todo proyecto que se pone como meta subsistir, desde batallar para conseguir la rotativa necesaria para la impresión del periódico, hasta el grado de anunciar con inusitada alegría a sus lectores, la próxima adquisición de una EQUIPO que permitiría imprimir a color, maquinaria que nunca llegó a su destino pero que tampoco mató las expectativas de mejora de Nueva Era, al tomar como estrategia el rediseño mejorando así la tipografía, la calidad de los grabados, las fotografías e ilustraciones.
¿Quién no ha visto la ya clásica e inmortal imagen de la Adelita sujetada del tren? Aquel icono fotográfico donde nos plantearon la historia de la colaboración de la mujer en el conflicto armado, pues es necesario dar a conocer que fue precisamente el fotógrafo Gerónimo Hernández quien tomó la imagen un sábado 6 de abril de 1912 y fue publicada en la primera plana de Nueva Era el lunes 8 del mismo mes con el titular “Defenderé a mi Juan”.
Juan Sánchez Azcona mencionó que a cada momento político requiere un periódico político. Asimismo, Una de las 70 reglas de la política refiere que si se cae el padrino, se cae el ahijado.
Nueva Era siempre fue el vocero de un proyecto que llegó a su fin en la decena trágica, es decir no hubiese tenido razón de ser, sin su principal promotor como lo fue Francisco I Madero.
Nueva Era sin esperarlo dejó de circular un 11 de febrero de 1913, después de 553 publicaciones diarias, después de ser guiado por 7 directores entre ellos un parlamentario, dos militares, un posterior enemigo del gobierno, un orador Y un desconocido para quedar posteriormente a cargo de jóvenes inexpertos.
Un grupo de hombres simpatizantes de los golpistas, se dirigió al edificio del periódico ubicado en la esquina de Balderas y Nuevo México, hoy Artículo 123, quienes incendiaron y saquearon al medio de comunicación, esa misma fecha circuló entre el público la última edición del diario maderista.
A pesar del carácter gobiernista que la mayoría le confiere, Nueva Era tuvo cierta independencia ante la autoridad presidencial o por lo menos o fue incondicional, lo que demostró con sus críticas a Madero y su forma de gobernar.
Es sin duda alguna, el libro Nueva Era y la Prensa en el maderismo, una de las obras más completas con información del periodismo mexicano, un medio que albergó hombres de gran talante que cada quien a su manera hizo lo que le correspondía.
No es casualidad que este trabajo haya obtenido el premio a la mejor tesis de licenciatura sobre la revolución mexicana y no considero prudente ni por tiempo ni por respeto a los próximos lectores aquí presentes, describir lo que a cada lector le corresponde descubrir, porque conocer la antesala de la revolución, las razones por las que existió Nueva Era, fundirse en las páginas de las dificultades del medio, conocer con lujo de detalle la historia de sus directores, el manejo de los géneros periodísticos y el final de Nueva Era son tarea de quienes consideren importante enterarse una parte de la historia el periodismo en México.
Personalmente si se me permite, calificaría a esta obra como una joya del periodismo Mexicano, por la capacidad de mostrar y abordar datos tan relevantes que corresponden no solo a los 3 años de vida de Nueva Era, sino que complementa la información periodística e histórica, retomando datos de finales siglo XIX y principios del siglo XX.
Asimismo, no podría terminar sin mencionar a personajes que se nombran en esta maravillosa obra, tales como Gustavo Madero, José Vasconcelos, Gerónimo Hernández, Felix Palavacini, Jesús Rábago, Luis Cabrera y muchos otros que ya sea a favor o en contra de la convicción política del lector jugaron un papel importante para forjar el periodismo mexicano de aquella época.
De igual forma en este trabajo se podrá conocer información sobre medios como México Nuevo, el Imparcial, el Ahuizote, el Hijo del Ahuizote, la Prensa, el Intransigente, el noticioso mexicano, entre muchos otros que se abordan a lo largo de este libro.
Quiero finalizar citando el mismo cierre del libro, reproduciendo íntegramente, como algunos de los comentarios vertidos, el discurso pronunciado por Rafael Martínez quien tuvo el pseudónimo de Rip Rip en la manifestación anti reeleccionista organizada el 29 de mayo de 1910:
Esta voz no es de bajeza, no es de adulación, que la prensa independiente no sabe adular; sus frases no se deshacen en incienso para los poderosos; sus conceptos no son reptiles, sino aves que se remontan hasta el azul de las grandezas; la prensa independiente no es personalista, no puede serlo, es la amiga del pueblo y así en estos tiempos, lucha y trabaja con los que luchan y trabajan porque las aspiraciones patrióticas sean hechos realizados, no mostrándose incondicional con personalidad alguna, sino a la altura de los anhelos nacionales.
Agradezco profundamente la oportunidad a Ricardo Cruz García, a la licenciada Conchita Recio Dávila y a Don Javier Villarreal Lozano por invitarme a presentar tan maravillosa obra.
Comentarios @ELMARIOVALDEZ