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Huérfanos de Ideales


marioalbertovaldez

Existe una frase mediante la cual se destaca un caso de fracaso en tres generaciones; Abuelo rico, padre millonario, nieto miserable.

Entendemos, quienes ya tenemos algunas millas recorridas, que el abuelo –primer sujeto de esta historia- forjó parte de la riqueza de la cual se habla.

Posteriormente, la segunda generación, consuma el éxito de un padre que se esforzó e hizo partícipe de su sacrificio al hijo y por lo tanto la constante en el esfuerzo del trabajo y la visión del abuelo de esta historia.

El nieto y representante de la tercera generación, se dice que viene a disfrutar el sacrificio del abuelo y del padre, quien además, por la falta de arraigo y amor a lo que se consiguió con tanto ahínco es descuidado y despilfarra al grado de perder, sino todo, al menos una buena parte de lo obtenido.

Es posible que en nuestros tiempos no sea tan real esta secuencia de hechos.

La tercera generación posiblemente sea la que afronte los nuevos retos tecnológicos de esa empresa creada por dos generaciones antes.

El mundo no es el mismo en cada década. Lo que tuvo éxito en los años 80 es poco probable que se mantenga en la actualidad.

Sin embargo, cuando hablamos de herencias espirituales, formativas o idealistas es un error tratar de modificar a los tiempos lo que por excelencia le compete a la tradición.

Los buenos modales, jamás debieron ser modificados y tampoco la forma en que éstos se aprendían.

La paciencia, como virtud, quedó olvidada desde la inmediatez de los medios de comunicación.

¿Qué paciencia existe en la actualidad cuando las plataformas digitales muestran los capítulos de series con sólo un clic? Sólo por dar un dato.

Indudablemente que alguna tercera generación tuvo éxito con el ejemplo anterior, pero nos viene a afectar a muchos con esa inmediatez al momento de tener jóvenes que no tienen paciencia en los procesos, que se molestan cuando las cosas no funcionan en la primera oportunidad, cuando terminan alguna relación sentimental o cuando el docente no los califica con lo que ellos quieren.

Los ideales nobles de una familia o los códigos por los cuales vivían nunca debieron relajarse.

Caprichos de niños en jóvenes universitarios hacen entrar en reflexión.

Son ya casi 80 suicidios en la región de sureste del estado de Coahuila, las personas no encuentran un motivo de vida o las fuerzas para mantenerse en este mundo.

La sociedad está quebrando voluntades y la voluntad se forma teniendo ideales porque quien tiene un ideal soporta cualquier cosa, como lo decía un gran pensador del siglo XX “El gran ideal da siempre fuerza para domar el cuerpo, para soportar el cansancio, el hambre y el frío”.

Si no se procura retomar las formas tradicionales de educación y formación con todo lo que implique para los jóvenes, pronto nos lamentaremos del mayor mal que le podremos hacer a nuestros hijos, dejarlos huérfanos de ideales… he ahí una catástrofe anunciada.

Es mi opinión, sígueme en twitter @ELMARIOVALDEZ

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