Columnas

Normalistas O guerrilleras…


Por FISHERMAN

A nível nacional causo gran impacto la noticia de la muerte de un joven en la novatada de la escuela Normal Rural, “J. Guadalupe Aguilera”, en Canatlán Durango, algo que por más que se quiera ocultar ya no es posible que se sigan dando este tipo de prácticas, que parecen más bien de un adiestramiento de guerrilleros, que una novatada o un curso de inducción, como luego les llaman las estudiantes veteranas o fósiles.
Llama la atención que en nuestro Estado, la Escuela Normal Rural de Saucillo, también utiliza “polémicas” acciones, que rayan en ocasiones en la violencia, contra las aspirantes a ingresar a la institución, algo que ya no es nuevo, pero inexplicablemente las autoridades educativas no hacen nada al respecto.
En Durango ya murió uno de los estudiantes o aspirante, como le quieran llamar y según confirmo la Fiscalía General de dicho Estado, la víctima fue internado el lunes a consecuencia de una lesión derivada de una novatada efectuada por los alumnos de dicha escuela, que dicho sea de paso, pareciera que los estudiantes son los que tienen el gobierno en las normales rurales de todo el país.

Ahora, de nueva cuenta en la Normal Rural “Ricardo Flores Magón”, de Saucillo en nuestro Estado, desertaron 12 alumnas del curso de inducción. Esta no es la primera vez que se da a conocer que aspirantes, huyen literalmente de estos cursos. En el 2014 la Comisión Estatal de los Derechos Humanos en voz de su presidente, José Luis Armendariz, denuncio las actividades de adoctrinamiento en dicha escuela, en el curso de inducción que realizan cada año.

Incluso en ese mismo año, en Septiembre, la CEDH emitió una recomendación, en donde solicitaba a las autoridades de la Secretaria de Educación y al Consejo Estudiantil de la Normal, que al parecer son los que mandan y no la dirección ni las autoridades escolares, para que eliminaran por antipedagógico
dicho curso de inducción, pero no fueron tomadas en cuenta, ya que el problema se ha seguido presentando en los años posteriores.
En 2015, siguió el problema, los cursos de inducción siguieron y de nuevo hubo deserciones, al igual que en 2016 y 2017 y ahora 2018, lo que da una clara muestra de que no hay voluntad para quitar el curso de inducción. Entonces de nada sirve el examen Ceneval porque después de pasarlo, si no aprueban las vejaciones, golpes, y adoctrinamientos, simplemente no ingresan.
Cómo puede la Secretaría de Educación seguir permitiendo que las alumnas mantengan el control de la Normal y sigan haciendo lo que ellas quieren, en una práctica generalizada en las escuelas normales rurales de casi todo el país.
Al parecer muchos de los padres de familia de las estudiantes no se dan cuenta de todo lo que pasa a instancias de la Normal Rural. Es común ver cuando vienen a la capital del Estado a protestas y marchas, las jovencitas se regresan ya a oscuras de “aventón” sin saber quién las pueda subir y el peligro al que se exponen. Las jóvenes no se ven pidiendo “rait” dentro de la ciudad, sino ya fuera de la misma en donde ya sólo queda una gasolinera y mucho camino para seguir caminando si es que no las “levanta” nadie.
Esto también es ponerlas en riesgo, y si, es parte de una formación, dirán las del Consejo Estudiantil, si, claro que es de formación, pero de una formación guerrillera.

Que es lo que dicen quienes salen de esa institución o desertaron, como dice el Consejo Estudiantil. Cómo si desertaran de un ejército: “Nos dijeron que si nos inscribimos en esa escuela, estábamos obligadas a salir fuera del estado para apoyar en marchas y manifestaciones y a pertenecer a diferentes comités y que los viajes no los podemos hacer por nuestra parte, sino viajar de auto en auto como de “rait” y que estamos obligadas a tomar las instalaciones públicas que se nos ordene y participar en movimientos estudiantiles y que debemos defender la escuela en todo momento y como ellas lo digan”.
Ya es tiempo que las autoridades hagan algo al respecto y le den el control a quien debe tenerlo y evitar a toda costa que se sigan presentando estas deserciones por prácticas denigrantes que no son pedagógicas, o ¿acaso vamos a esperar a que ocurra una tragedia como la de la Normal Rural de Durango?.

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