Por: Mario Valdez
Históricamente a cada generación le ha tocado sortear con la responsabilidad propia de su tiempo.
En todas partes del mundo han existido épocas donde la generación presente ha tenido que actuar para mejorar las problemáticas de su entorno, cada etapa ha cumplido o dejado de cumplir con su responsabilidad y la historia posterior deriva en lo que es y lo que pudo haber sido.
Actualmente, y con los cada vez más rápidos avances tecnológicos, ciertas tradiciones han ido de más a menos, el cambio de mentalidad y opinión en temas que anteriormente eran impensables, hoy se discuten en tribunas y parlamentos, incluso opinar lo que la lógica y el sentido común indican ha pasado a ser denominado como políticamente incorrecto.
Lo políticamente incorrecto es mencionar algo que va en contra de lo que el sentido social indica, aún incluso cuando pensamos distinto a ese estilo de razonamiento que poco a poco se ha impuesto por diversos medios.
Quienes somos padres de familia nos encontramos en un momento decisivo e histórico donde seguramente el hacer o dejar de hacer tendrá repercusiones en la sociedad futura.
Los temas que como generación se deben atender son cada vez más graves y como sociedad no entendemos que la familia debe continuar siendo el núcleo social por excelencia ya que es ahí donde se regula el comportamiento de los hijos, se da la formación y los principios a los que llamamos valores y que necesariamente deben estar apegadas a la moral cristiana y no atea, ya que de lo contrario nos encontramos con cientos de leyes y como lo decía Tácito en la antigua Roma “cuanto más corrupto el Estado, más numerosas son las leyes”.
Lo políticamente incorrecto en estos tiempos es pronunciarse por la vida desde la concepción hasta la muerte natural; reconocer que biológicamente el sexo deriva en varón o hembra; apelar a los principios de disciplina, lealtad, honor y caballerosidad sólo porque se cree que son códigos de conducta del siglo pasado.
Para todos los temas anteriores es necesaria su legislación y tiene que quedar amparado por ley, ya que –erróneamente- se cree actualmente que un decreto supera a la ley natural a lo lógico o al sentido común.
Ser políticamente incorrecto en estos tiempos, ha significado pasar de ser una oposición a una resistencia, donde próximamente decir la verdad pasará a ser un delito.
Nos encontramos viviendo el ambiente del cuento “El traje nuevo del emperador”, donde aquel rey por acceder a los criterios ajenos, paseaba desnudo por haber creído que su ropaje solo era visto por inteligentes, hasta que la voz de la inocencia representada en un niño lo devolvió a la realidad.
Ojala esa voz no la escuchemos demasiado tarde.
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