Por: José Luis Domínguez Castillo
El corazón es voluble, cambia de la noche a la mañana, y si hablamos de política, allí es donde encontramos los mayores ejemplos. Después de los resultados del 1 de julio, en el proceso calificado como histórico, parece que todos hemos quedado como los mejores hermanos del mundo.
Por lo que respecta a los que ganaron, estos están felices y no piensan -o aparentan no pensar en tomar venganza-, pero no sabemos hasta cuándo conservarán esa actitud, y los que perdieron, junto con sus seguidores, pues ya son amigos de los que atacaban…es la naturaleza del mexicano.
En el proceso electoral se extremaban en combatir no pocos actores al hoy presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador, y cuando menos no se sumaban a su candidatura; ahora, se esparce por doquier un lenguaje cautivador y cautivado con la victoria del Peje.
Carlos Salinas de Gortari manifestó, de inmediato, que se había llegado a la reconciliación con los resultados obtenidos. Qué pronto se arribó a la reconciliación, si ya hasta parece que vivimos en el edén perdido, como si no hubiera pasado absolutamente nada.
Al estilo de una película o de cuento de Walt Disney, como dice la canción, cuyo nombre no recuerdo: “Humanidad, ¿hasta dónde nos vas a llevar, Humanidad…?”. Es impredecible el corazón humano, como lo aseguran algunos otros estudiosos del complejo entramado del ser humano; lo que equivale a asegurar que no hay nada escrito, que la lógica como las pasiones, es algo ilógico.
Como sea, es más conveniente vivir en paz y en armonía, como lo manda el canon de la civilización. Y ya en lo que concierne a lo que le hace falta al país, y de acuerdo a las promesas de AMLO, como aquí lo hizo el gobernador Javier Corral Jurado, hay que hacer realidad la lucha contra la corrupción, si queremos algún día por fin vivir en paz y en armonía. El primer eje de su campaña lo constituyó el acabar con la corrupción, y esperamos que no abandone este propósito.
Y para adentrarse en esta lucha hasta lo más profundo, tendrá que comenzar por hacer reformas, quitar o corregir las ya existentes, ya que sin esta medida, no llegaremos a ninguna parte. Lo reitero, la principal reforma debe ser la de educación, ya que esta es la base de la visión de todas las cosas que hace y que le acontecen al hombre en su vida.
El combate a la corrupción que corroe no nada más al sector de gobierno sino también a gran parte de la población mexicana en sus muy diversas actividades y conductas, debe ir al fondo. Pero la lucha contra la corrupción en la política debe ser una prioridad inmediata, que exige medidas condenatorias inflexibles y firmes.
Dice, López Obrador, que ni corrupción ni populismo. Tome usted como considere el anuncio de que bajará el precio de las gasolinas y que nadie deberá ganar más que el presidente de la República, con la intención de cumplir en parte con su programa de austeridad. Solo nos queda esperar y exigir que se cumplan estos compromisos.