Columnas

Libertad y libertinaje

Por Rodrigo Ramírez Tarango
Los productos informativos y de opinión que los medios masivos presentan a sus públicos todos los días tienen diferentes orígenes, intenciones y manufacturas.
El proceso de elaborar contenidos tiene múltiples dimensiones, que van desde lo material hasta lo subjetivo, lo abstracto; pasando por la responsabilidad social inserta en el ejercicio correcto de la actividad, sin dejar de lado la moralidad y la ética de las personas que intervienen.
Dentro de lo material tenemos las condiciones objetivas a las que se enfrentan las personas que elaboran los productos que los medios presentan diariamente, estos son los hechos y las condiciones laborales, por decir algunos de los más importantes.
En lo subjetivo y abstracto, en primer lugar podemos argumentar sobre la forma en que las personas que elaboran los contenidos de referencia ven esta realidad, las formas de interpretarlas y el cómo consideran sea mejor su presentación. Una noticia, un reportaje, una crónica, una entrevista o un artículo de opinión, por mencionar algunos de los géneros periodísticos.
En el terreno de la moralidad y la ética está la intención con la que se presentan estos contenidos, por qué y para qué, algo que va mucho más allá de la mera noción de informar y en ello cumplir con el cometido del medio.
Todos estos elementos se mezclan gracias a una libertad inherente a la naturaleza del ser humano que también forma parte fundante de nuestro sistema legal: la de expresión.
Pero como todas las libertades, en lo moral y en lo legal, la nuestra tiene sus límites, no es omnímoda, es decir, no prescinde de reglas para su ejercicio, y esa sola idea para algunos es una contradicción en sí misma.
La libertad es la posibilidad de actualización del conocimiento, la facultad de proponerse fines y los medios para alcanzarlos, es el acto humano en el que las personas nos movemos buscando un fin, comprendiendo su objeto y sus consecuencias, en medio de circunstancias diversas.
La libertad de expresarnos es, como se asentó líneas arriba, una facultad inherente al ser humano por su naturaleza, y consiste en externar nuestras ideas, nuestras opiniones, sin obstáculos internos o externos.
Externar ideas, opiniones, es la comunicación humana; claro que las nociones de ideas y opiniones no lo son todo cuando nos referimos a la comunicación entre las personas, pero para el objeto de este apartado dan una idea clara de lo que representa la libertad de expresión.
La comunicación humana es compleja, ya que no sólo hablamos de un idioma, de una idea, de una opinión, también hablamos de intenciones y estados de ánimo.
Por ello es importante que tenga límites. Aquí el aparente contrasentido se resuelve señalando que la libertad de expresión tiene cauces por los cuales puede manifestarse, pero al salirse de ellos provoca daños a terceros, y el derecho precisamente es la defensa de esos terceros.
Pero cuando se rebasan esos límites, y en el ejercicio de la libertad de expresión no se atienden los derechos de terceros, con el pretexto de satisfacer el derecho a la información, se cae en el libertinaje.
El libertinaje es una expresión de ego, la libertad es una expresión del ser, señala José Alejandro Granja Moreno (2016), en los hechos, señala Ramón Alberto Lugo Rodríguez (2016) se convierte en impunidad y agresión.
Por ejemplo, en algunos casos el ejercicio de la libertad se extralimita por algunas personas que se encargan de elaborar contenidos para medios masivos y en aras de presentar información y con ello obtener notoriedad, seguidores, compradores, clientes, hits (visitas a portales de noticias) o el “me gusta” de los medios sociales, no reflexionan sobre el tipo de contenido y las consecuencias que puede provocar.
Para mejor explicación de lo anterior, es pertinente la comparación de la genuina libertad de expresión con la idea de honestidad.
Honestidad es la cualidad humana por la que las personas se determinan a elegir actuar siempre con base en la verdad y la auténtica justicia (dando a cada quien lo que le corresponde, incluida ella misma.
Siguiendo a Ruiz, Sánchez, Zamarrón y Zamora (2016) ser honesto es ser real, acorde con la evidencia que presenta el mundo y sus diversos fenómenos y elementos; es ser genuino, auténtico. La honestidad expresa respeto por uno mismo y por los demás, que, como nosotros, “son como son” y no existe razón alguna para esconderlo.
Esta actitud siembra confianza en uno mismo y en aquellos quienes están en contacto con la persona honesta.
La honestidad no consiste sólo en franqueza (capacidad de decir la verdad) sino en asumir que la verdad es sólo una y que no depende de personas o consensos sino de lo que el mundo real nos presenta como innegable e imprescindible de reconocer.
La honestidad no es la simple honradez que lleva a la persona a respetar la distribución de los bienes materiales. La honradez es sólo una consecuencia particular de ser honestos y justos.
No es el mero reconocimiento de las emociones “así me siento” o “es lo que verdaderamente siento”. Ser honesto, además implica el análisis de qué tan reales (verdaderos) son nuestros sentimientos y decidirnos a ordenarlos buscando el bien de los demás y el propio.
No es la desordenada apertura de la propia intimidad en aras de “no esconder quien realmente somos“. Implicará la verdadera sinceridad, con las personas adecuadas y en los momentos correctos.
No es la actitud cínica e impúdica por la que se habla de cualquier cosa con cualquier; la franqueza tiene como prioridad el reconocimiento de la verdad y no el desorden.
Ser deshonesto es ser falso, injusto, impostado, ficticio. La deshonestidad no respeta a la persona en sí misma y busca la sombra, el encubrimiento: es una disposición a vivir en la oscuridad. La honestidad, en cambio, tiñe la vida de confianza, sinceridad y apertura, y expresa la disposición de vivir a la luz, la luz de la verdad.
Cuando desde los medios de información se elaboran contenidos dejando de lado las anteriores nociones, se contribuye al desorden, a la trasgresión de los derechos de terceros, a la invasión y agresión de la individualidad.
La falta de investigación, la afirmación gratuita (en particular desde la expresión editorial del medio) hoy por hoy representa en nuestro sistema una de las mayores fuentes de descrédito para los medios masivos al caer en el libertinaje.
Continuará….

GRANJA Moreno, Alejandro. (2016). Portales vitales de libertad. Editorial Club Universitario. Alicante. España. (Edición Digital).
LUGO Rodríguez, Alberto. (2016). Estrategias de comunicación política. Flacso. México. (Edición Digital).
RUIZ, Julio; SÁNCHEZ, Zulma; ZAMARRÓN, Cristina; ZAMORA, Alma. (2013). Los valores para el ser humano. Edición Digital. p. 22.

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