Por Rodrigo Ramírez Tarango
Las personas que consumen información y los mismos periodistas con cierta regularidad asumen (asumimos) que el ejercicio del flujo noticioso en medios masivos debe darse bajo la más estricta ortodoxia, es decir, apegarse al deber ser de una manera romántica, sublime, arquetípica.
Tanto las personas que constituyen el público que consume información la como algunos periodistas consideran ocasionalmente el arquetipo propone que el papel de los periodistas y medios masivos es ser juez, representante de los problemas sociales, vocero de las casusas populares, detector natural de la corrupción e implacable justiciero que habla con la verdad para denunciar, procesar y sentenciar a los malos.
En sociedades tan convulsas como las nuestras, pareciera que el periodismo debe cumplir la función de denunciante, como parte fundante de procesos que lleven a cambiar el estado de cosas actual que, lamentablemente, en nuestro país se ve reflejado en estadística de delitos denominados de algo impacto.
Esto se genera porque los medios de información “constituyen una suerte de espejo en el que cada sociedad se refleja y al propio tiempo proyecta su representación del mundo, sus normas y sus valores. Ello es posible porque el discurso periodístico se presenta como una trama semántica donde se enlazan una serie de discursos sociales (Berruecos y Gómez 2002)
De acuerdo a Mercedes Vizcaíno Gutiérrez (2006) “una de las funciones de los medios masivos es construir representaciones sociales y conservarlas en la memoria colectiva” por “la necesidad de justificar la existencia social, de encontrar razones para la existencia socialmente construida, lo que lleva a profundizar tanto en los temas de los medios como en los mecanismos legitimados socialmente para lograr el propósito”.
Es decir, los medios masivos de información ayudan a construir representaciones sociales; a guisa de ejemplo, cuando se da voz a titulares de organismos gubernamentales o a líderes de movimientos sociales, con la sola consulta y publicación del medio les cede parte de la credibilidad que el público deposita al consumir sus productos informativos.
La sola elección del medio para conseguir información de fuentes que considera dignas de crédito contribuye a que se construyan representaciones sociales, esto sin intentar demeritar a quienes en lo social se ganan la representación de diversos grupos y no tienen voz en medio alguno, pero eso pertenece a otro análisis.
En contraparte, existen actualmente en lo local ejemplos de representaciones sociales construidas sólo en los medios y por los medios, esto con diversos intereses que tampoco viene al caso enunciar aquí; lo cierto es que se trata de falsas representaciones sociales que, por tener voz en los medios masivos, se constituyeron como líderes. Hasta allá va la responsabilidad de los medios.
En este mismo orden de ideas, es fácil pensar que los mismos medios tienen una representación social por sí mismos para ser, como dicen algunos: “la voz de los sin voz”.
De igual forma, en algunos casos, las personas que consumen información identifican a un medio determinado con una fuerza política o una ideología, razón por la cual asumen que el medio es promotor o propagandista del instituto de interés público (partido político) o de la ideología (que ya en estas últimas fechas no son lo mismo).
En nuestro país varios medios presentan tendencias muy marcadas hacia alguna ideología o corriente política, pero esto sólo es identificado por personas que tienen un nivel de preparación determinado, es decir, no todas las personas identifican que algún medio es proclive a un partido político o una corriente de pensamiento.
De similar forma pasa con los periodistas, en algunos casos están afiliados a algún partido político o profesan una ideología. Esto es más difícil de detectar, ya que las personas que consumen los productos informativos elaborados por estos periodistas, para averiguar la filiación del reportero, deben conocerlo o ser muy avezados en el análisis de información.
Para algunas personas, el que un medio de información-empresa sea orientado por sus directivas hacia un partido político o ideología es algo correcto, pero apuntan a que en un editorial permanente el medio debe aclarar a su público que simpatiza con tal o cual partido o ideología, para que nadie se diga engañado.
Los medios de información, en sentido estricto, no representan socialmente a sector alguno; su naturaleza es informar, buscar noticias de genuino interés público, procesarlas y presentarlas.
Que de esta función surjan representaciones sociales, problemas o soluciones, juicios o cambios en las administraciones, eso son consecuencias ajenas al medio de información que, ciertamente está más que obligado a dar seguimiento a las ramificaciones de sus publicaciones, pero no por ello enarbolar una representación.
Al asumir una representación, periodistas y medios de información participan de una actividad diversa a la naturaleza de la tarea de informar, es decir, se convierten en propagandistas, fiscales o jueces, y no en pocos casos generando consecuencias negativas.
Esta reflexión apunta a la capacitación de todas las personas que intervienen en la elaboración de productos informativos (incluyendo a los propietarios de los medios), para la reflexión colegiada sobre la naturaleza de esta actividad, el objeto y los fines.
Para la comprensión de lo anterior el estudio de la ética aplicada a la comunicación de masas, al periodismo, resulta indispensable, ya que al dimensionar el acto humano de comunicar se parte del análisis de las facultades de voluntad, libertad y razón en la búsqueda de un objeto y un fin, tomando en cuenta los adjuntos accesorios que pueden presentarse (circunstancias), y sin dejar de lado los obstáculos como las pasiones, el miedo y la violencia.
Ética de la comunicación, ética del periodista, ética de la empresa de comunicación, tres apartados que requieren un especial análisis.
Berruecos y Gómez, Citado por Lara Piña, Fernando. (2009). Representaciones sociales y representaciones sociales del maestro y el movimiento magisterial en Chiapas. Universidad de Santiago de Compostela. Santiago de Compostela, España. p. 167.
Vizcaíno Gutiérrez, Mercedes. (2006). Universidad y medios masivos. Del estado de bienestar al mercado. Editorial Universidad Cooperativa de Colombia. Bogotá, Colombia. p.305.
Comentarios: rodrigoramireztarango@gmail.com